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A quien madruga... los penaltis le ayudan

  • El apoyo de la afición fue clave desde horas antes del inicio del encuentro

Cuenta la historia que las grandes batallas se comienzan a ganar antes de que empiecen. Bien sabido es también que la afición rojiblanca tiene muy bien aprendida la lección en este aspecto. Los antecedentes frente al Alcorcón y al Guadalajara, en las anteriores luchas por ascender de categoría, le avalan. Es por lo que algunos aficionados del Granada CF no aguardaron hasta que se acercarse la hora del partido para iniciar la guerra psicológica. Un numeroso grupo de hinchas aprovechó la llegada del Celta de Vigo al aeropuerto de la capital granadina para, como si del lejano oeste se tratara, tender una 'emboscada' a Iago Aspas, culpable de que el morado sea el color predominante en el ojo izquierdo del portero granadinista Roberto.

Pero eso era sólo el principio. Por la tarde la afición empezó a caldear muy pronto el choque. El sol apenas había terminado del almorzar cuando la hinchada rojiblanca tomó los alrededores de Los Cármenes con el "que sí joé, que vamos a ascender" y el "¡Granada, Granada!" como gritos de guerra destacados. Bufandas, camisetas, pelucas, pitos o cualquier elemento de color rojiblanco eran las principales armas. Además, por si había en el lugar algún despistado que desentonara, la tienda oficial del club le esperaba con las puertas abiertas de par en par para ponerle en armonía con el resto del gentío.

La primera acción relevante de la tarde fue, cómo no, alentar a unos jugadores locales que se marchaban en autobús a merendar al hotel Nazaríes. No obstante, los decibelios aumentaron cuando llegó el momento de que ambos equipos hicieran acto de presencia en los aledaños del estadio. Ni que decir tiene que los sentimientos mostrados fueron bastante contrapuestos. Silbidos intimidatorios y alguna inaceptable situación vandálica (como la rotura de una de las lunas del autobús del Celta) para dar la bienvenida a los vigueses, y alfombra roja (bengalas incluidas) para los de Fabri.

Ya en el estadio, el dicho de 'no cabía ni un alfiler' fue elevado a la máxima potencia, como reclamó Diego Mainz, en un vídeo promocional del encuentro distribuido durante los últimos días.

La primera ovación fue para el guardameta del Granada Roberto, que ayer volvió a vestir de rosa. Mientras que la primera pitada fue a parar a oídos del portero del Celta. Eso sí, hubo que esperar a que el equipo local saltara a calentar para que la gente se pusiera en pie y la voz del granadinismo se escuchara en toda España, tal y como pidió el portero local antes del encuentro de anoche.

A partir de ahí, las alineaciones, el himno del Granada CF y el tradicional "a por ellos" dieron el pistoletazo de salida al partido y a un sinfín de alabanzas para los granadinos y sonidos de viento (o más bien de huracán) para los gallegos.

120 minutos después, bueno algo más entre pitos y flautas, todo acabó con una explosión de éxtasis y festejos… y es que a quien madruga, Dios le ayuda. Y los penaltis.

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