Fútbol femenino

La Copa del Mundo femenina también se alzó en Huéscar

El Teatro Oscenso se vistió con sus mejores galas.

El Teatro Oscenso se vistió con sus mejores galas. / Francisco Ramón Navarro (Huéscar)

“He sentido un poco de pena porque sé que le hubiera gustado pisar el campo, pero durante el campeonato ha peleado y defendido a España para que sea campeona”. Así se expresó María, la madre de Esther González, la jugadora granadina que ya forma parte de la historia, poco después de que la Selección nacional femenina se proclamara campeona del Mundo unos minutos después de las dos de la tarde. Toda la familia vivió con intensidad el partido en el Teatro Oscense, donde muchos habitantes de Huéscar se reunieron para sufrir y disfrutar juntos del éxito de su paisana. Entre ellos, el alcalde de la localidad, Ramón Martínez, que antes del inicio del encuentro recalcaba que todas las entradas se habían repartido el primer día que se pusieron a disposición de los vecinos.

Aunque no estaba en Australia, la hermana de Esther tenía, sin pretenderlo, una pequeña dosis de protagonismo, pues este lunes sale de cuentas y a más de uno se le pasó por la cabeza que pudiera dar a luz mientras su hermana se proclamaba campeona. No fue así, pues Marta fue una más de la que lloró al final del partido mientras se abrazaba a sus padres, familiares y amigos. El padre de Esther, Rafael, recordaba que su hija decía que la niña (se llamará Marta, como su madre) no podía nacer hasta que volviera de las antípodas. De momento, sin novedad en el frente.

Bullicio

Media hora antes del encuentro, el Teatro Oscense ya era un bullicio de aficionados dispuestos a vivir una jornada memorable, como así fue. Gritos de apoyo a Esther ya se entonaban minutos antes de que el balón se pusiera en juego.

No fue el único lugar en Huéscar, pues además de las casas particulares donde se vivió un gran ambiente futbolero, no pocos bares encendieron sus televisores para que los que no tuvieron hueco en el Teatro pudieran ver el encuentro. Quizá, donde más público se dio cita fue en la cafetería La Perla, lugar en el que hubo hasta tres televisores para que ningún asistente se pudiera perder ni un segundo de la gran final.

En todos los rincones de Huéscar se escuchó el “¡¡¡¡goooool!!!!” cantado al unísono cuando Olga Carmona culminó una gran jugada de toda la Selección para marcar un gol que ya forma parte de la historia del fútbol femenino español. Era el minuto 29’ de la final. En el tiempo de descanso, el recibidor del Teatro se llenó de un público deseoso de estirar las piernas y comentar lo ocurrido en unos intensos 45 minutos. “Lo veo, lo veo”, se decía para sí el padre de Esther.

Segunda parte

El inicio del segundo tiempo presagiaba mucho sufrimiento entre los asistentes. Y según empezaron a avanzar los minutos todos comprendieron que se iban a hacer largos, muy largos. Pudo acortar la incertidumbre cuando la colegiada del choque decretó penalti entre el jolgorio de los asistentes, pero la alegría no tuvo continuidad tras el fallo desde los once metros. Según se acercaba el final, los nervios de manifestaban con aplausos ante cualquier jugada favorable a los intereses patrios. Cuando se decretaron 13 minutos de añadido fue lo más parecido a un jarro de agua fría. Antes de lanzarse el córner en contra que cerró la contienda más de uno se quedó sin uñas. Segundos después, el pitido final sonó a sinfonía celestial para todos. Lo siguiente: abrazos, emociones, felicitaciones y gritos de apoyo a España. Nadie se movió hasta que se levantó la copa.

No todo terminó cuando el teatro cerró sus puertas. Pequeñas caravanas de coches engalanados con banderas nacionales celebraron el triunfo de la Selección y el triunfo de una paisana.

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