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Más tarjetas que faltas

  • Pese a cometer diez infracciones, los rojiblancos reciben once amonestaciones · El filial se muestra mucho más incisivo y con más argumentos ofensivos antes del desbarajuste

De todos los guarismos que escupió el frustrante partido de anoche, el referente a las tarjetas amarillas que vieron los futbolistas rojiblancos es el mayor, superando incluso al de faltas cometidas, por increíble que parezca. El Granada CF cometió diez infracciones a los ojos de Prieto Iglesias y fue castigado con once amarillas, de las cuales dos significaron sendas tarjetas rojas. El apunte da una idea de lo que llegó a influir la actuación arbitral en el desarrollo del partido, el cual estuvo completamente condicionado tanto por los errores de apreciación en las áreas -la tele demostró que se comió dos claros penaltis a favor del Granada - como por la abusiva fiscalización de la conducta de los jugadores rojiblancos, que fueron literalmente machacados.

La actuación arbitral tuvo influencia decisiva, sí, lo cual no resta méritos a un filial barcelonista que antes de que Prieto Iglesias comenzara a cargarse el partido estaba sometiendo al Granada a base de posesión, toque y llegada.

Y eso que la primera falta señalada por el navarro, de Jonathan Dos Santos, significó también la primera amarilla del choque. Fue una clara demostración de intenciones del trencilla, que rápidamente cambio el objetivo de su brazo-muelle y se centró en los futbolistas rojiblancos. Para colmo, permitió que el filial anotara el 2-0 fuera de tiempo, pues había anunciado tres minutos de alargue y el tanto llegó cerca del minuto 49.

Los barcelonistas fueron ofensivos y tuvieron mucha puntería. Se adelantaron con el que era su cuarto disparo, todos ellos dirigidos entre los palos. Además, estrellaron dos balones en la madera, mientras que el Granada CF no se fue del Miniestadi sin su habitual cuota de tiros al palo. Esta vez fue solo uno y precisamente significó el único disparo de todo el primer tiempo.

Con uno menos y 2-0 abajo en el marcador, en el segundo tiempo no hubo partido. El Granada, que no había logrado ni siquiera forzar un córner antes del descanso, tampoco lo logró en la reanudación, mientras que los culés dispusieron de siete.

Roberto tuvo mucho más trabajo que su homólogo Masip. El arquero rojiblanco hubo de intervenir en nueve ocasiones. Los locales llegaron al área en 21 ocasiones, el triple que su rival granadino. Habrá que olvidarlo pronto.

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