Entrevistas

"El cese me chafó el discurso de Marsé"

-Andalucía ha dado dos Nobel de Literatura (Aleixandre y Juan Ramón) y un presidente del Gobierno (Felipe González). Galicia, un Nobel (Cela) y dos presidentes (Calvo-Sotelo y Rajoy). ¿Qué tiene más valor?

-Yo preferiría ser premio Nobel a presidente del Gobierno. En Galicia nunca se ha considerado lo que se debía el Nobel de Cela. A pesar de su generosidad donando toda su biblioteca personal.

-¿Se podría hacer una historia de la democracia española a partir de los ministros de Cultura?

-Empezando por Soledad Becerril, que además me dio una beca de creación literaria que me permitió publicar un libro de poesía, La estancia saqueada, que me abrió las puertas a la literatura.

-Política y literatura en ese ministerio nos llevan a Jorge Semprún...

-Nunca se le reconoció hasta que llegué yo y le di la medalla de oro de las Bellas Artes. Es interesante releer ahora su libro Federico Sánchez se despide, donde dice algo que yo siempre pensé, que los políticos no han valorado la trascendencia social de la cultura. Me refiero a una lengua común que hablan quinientos millones de personas, incluidos cincuenta millones en Estados Unidos; a treinta o cuarenta nombres de la cultura española de los que hablan en China y Japón, en Rusia y Sudáfrica, como Velázquez, Goya, Picasso, Cervantes, Dalí o Miró. Que en estos momentos la cultura sea una secretaría de Estado en lugar de un ministerio no es de recibo. La marca España se difunde a través de la cultura y luego, también, a través de las grandes empresas.

-¿Esperanza Aguirre era más Gil de Biedma como ministra de Cultura?

-Yo creo que Esperanza Aguirre siempre ha sido Esperanza Aguirre.

-¿Cuál es la proyección del Instituto Cervantes que usted dirigió?

-Tenga en cuenta que Hispanoamérica e Iberoamérica van a dar este siglo algunos de los más grandes países. Hablo de Brasil, Argentina, México, Colombia, Chile, incluso Perú. No somos conscientes y juntas en el mismo ministerio Educación y Cultura, Cultura se nubla.

-¿Ve ambiente electoral en Galicia?

-Vivo en Madrid desde 1976, pero sigo de cerca lo que ocurre en mi tierra. Soy un gallego que vive en esa gran ciudad gallega que es Madrid.

-Si no hay ministerio, ¿aceptaría la cartera de Cultura del Gobierno de su paisano Mariano Rajoy?

-Yo ya he servido a mi país. Pese a mi siempre magnífica relación con Rajoy, con quien coincidí de estudiante en la Facultad de Derecho de Santiago, ni lo hubiera aceptado ni tampoco se me habría propuesto.

-¿No es demasiado joven para publicar sus memorias?

-En mayo salió el quinto tomo, titulado Donde la eternidad envejece. Son ensayos, viajes, pensamientos. No hablo de mí. Yo soy el narrador.

-¿No son memorias políticas?

-De mi paso por la política, que lo tengo escrito día a día, no es el momento oportuno para publicarlo.

-¿Hay gente que teme salir?

-Yo hablo de la cultura, viajé por todo el mundo. Yo no hablo de ETA, por ejemplo, ni de cosas que no me atañían. La cultura influye mucho en la vida del país y explica muchas de las cosas que nos están pasando. Por eso me duele el poco saber y conocimiento de la cultura de nuestro país por parte de nuestros políticos y gobernantes. Si uno lee los Diarios de Azaña, entiende muchas de las cosas que pasaron luego.

-¿Qué Cervantes dio de ministro?

-El del poeta argentino Juan Gelman. Tenía escrito el texto del Cervantes de Marsé. Como cesé tres o cuatro días antes me lo chafaron.

-Charo López cuenta que hacer Los gozos y las sombras de Torrente Ballester en televisión la cambió...

-No me extraña. A Charo la veo mucho porque vivimos cerca. La propuse para la medalla de Bellas Artes, aunque no se la pude entregar.

-Fraga y Carrillo se saludaron en el club Siglo XXI y mueren el mismo año de dicho siglo. ¿Le dice algo?

-Ese espíritu de concordia y unidad debería mantenerse, pero no ha sido así. Parece que este país hubiera tenido miles de Constituciones.

-¿El Atlántico une tanto como el Mediterráneo?

-La Coruña y Cádiz son ciudades liberales. En La Coruña Picasso vive tantos años o más que en Málaga. Está el expediente académico, la escuela donde era profesor su padre. Allí dibujó sus palomas. De La Coruña sale la Armada Invencible y Carlos V a ser nombrado emperador.

-¿Escribió poesía en el Gobierno?

-Empecé con 13 años y nunca he dejado de escribir. Lo que uno es lo lleva hasta la tumba. Y alguna vez en el cargo me ha ayudado a solventar problemas y dificultades.

-Pero sus consejos de ministros no eran tan agónicos como ahora...

-A mí me tocó un año bueno, pero después ya vi cómo las vacas flacas avanzaban por los prados de la Moncloa.

-¿Visitó el Vaticano cuando era embajador su paisano Paco Vázquez?

-Sí. Vi el respeto que le tenían. Es una pena que personas como él, que anteponen a su ideología el Estado y su país, no se aprovechen. Con el valor de que al acabar su función pública vuelve a su trabajo, como ha hecho Esperanza Aguirre. No como otros políticos que no tienen adónde ir, pendientes de que haya algo para ellos en el Senado, el Consejo de Estado o una caja de ahorros. Es uno de los dramas de este país.

-¿Por qué aguantó más de ministro que de diputado?

-Estuve nueve meses en el escaño. Y mi trabajó me costó, porque me tuve que recorrer toda mi provincia. Preferí volver a mi trabajo. Veía que se me utilizaba. Era una especie de mueble, el famoso jarrón chino del que hablaba Felipe González.

-¿Por qué eligió Valle un modelo andaluz para Max Estrella?

-Siendo director del Círculo de Bellas Artes, le puse una placa a Alejandro Sawa. Está su buhardilla. Es un ejemplo del martirologio de la cultura. Por demostrar que no hace falta tener éxito para ser grande. Max Estrella es un fracasado. Por eso me gusta, como me gusta más Héctor que Aquiles, porque es un derrotado que con su derrota consigue la victoria. Valle lo convierte en un héroe. Sawa venía de París, de codearse con los simbolistas, de que Rubén Darío le escribiera un poema maravilloso. Vuelve a España y no le hacen ni puñetero caso.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios