Cultura

Oscuros secretos entre parientes

When Heaven Falls. T.O. : 'Himlen Falder'. Dinamarca, 2009, 100 min. Dirección: Manyar I. Parwani. Intérpretes: Mille Lehfeldt, Dick Kayso.

La trama de Himlen Falder parece sacada de uno de esos programas de crónica negra que saturan nuestras parrillas televisivas en horarios de máxima audiencia, o si no lean: la joven protagonista fue apartada de sus padres a los 11 años y entregada en acogida a una familia. Algunos años más tarde se entera de que su madre biológica ha muerto. A pesar de no querer saber nada de su pasado, decide ir al entierro, y allí se encuentra con su hermano mayor, con el que mantenía una buena relación cuando era niña. No tardará mucho en darse cuenta de que ni su hermano ni su padre, la reconocen ya, y decide no revelar su identidad. La idea de regresar lo antes posible a Copenhague se derrumba al descubrir que ahora tiene dos hermanas más pequeñas, y que en la casa familiar siguen sucediendo las mismas cosas terribles que ella padeció durante su infancia.

Si la breve sinopsis del párrafo anterior les ha hecho recordar los telefilmes de sobremesa que durante los fines de semana se emiten por la mayoría de nuestras cadenas privadas y públicas, la cosa terminará de encajar del todo cuando les comente que igual que muchos de ellos, Himlen Falder está también basada en pavorosos hechos reales, ocurridos hace tan sólo un par de años en el pueblo de Tonsen, y que vía catódica conmocionaron a toda Dinamarca, avivando tertulias y mesas redondas nacidas al reclamo de la jugosa carnaza. El incesto, el abuso de menores, la violencia en el núcleo familiar, y otras terribles miserias humanas desfilan como si tal cosa por la película de Manyar Parwani sin dejar el menor poso en el atribulado espectador. Todo ello nos es narrado no con el estilo televisivo habitual (que visto lo visto habría sido hasta un consuelo), sino con otro que pone el acento en el trabajo de cámara, esto es, los encuadres originales, los primas de luz en las lentes, los reencuadres, los enfoques y desenfoques, la fotografía quemada, y toda esa cacharrería habitual del mal narrador -y del realizador sin talento y falto de modestia- que necesita constantemente reivindicar su posición al frente de una película, por desgracia siempre de la más exhibicionista de las maneras posibles.

La pesadilla de protagonista y espectadores viene bendecida con el sello de Zentropa (que nos ha dejado también otro regalito en la Selección de la EFA, Lille soldat), la productora de Lars Von Trier, que agotado el Dogma, ahora se dedica a estos menesteres, dicen algunos ingenuos, que cinematográficos.

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