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El Ayala fabulador

  • El autor calificó sus primeras novelas como la obra "del jovencito provinciano" que pone a prueba sus facultades

Francisco Ayala diseccionaba su narrativa con la profesionalidad de un cirujano, preciso pero sin apasionamientos. Es el material que recoge el nuevo tomo de las obras completas del escritor granadino que publica Galaxia Gutemberg y que se presenta hoy en Madrid. "Mis dos primeras novelas, Tragicomedia de un hombre sin espíritu e Historia de un amanecer, reflejan por lo pronto con toda evidencia las lecturas, abundantes y variadas, del jovencito provinciano que con entusiasmo tantea y pone a prueba sus propias capacidades de fabulador, en contraste con las subsiguientes piezas de vanguardia, donde -no menos entusiasta, aunque incorporado ya dentro de un ambiente literario muy actual- su invención se atuvo a pretensiones renovadoras ampliamente compartidas entonces", señalaba el autor en 1993 como advertencia preliminar en la narrativa completa publicada por Alianza.

Tras un parón, que coincidió con la Guerra Civil y "fruto de experiencia tan cruel", llegaron las piezas que entrarían a componer Los usurpadores, "escritas por mí y dadas a la imprenta en el exilio a partir de 1939, y ordenadas diez años después bajo ese título común en un libro unitario", el mismo caso de La cabeza del cordero, "cuya elaboración y publicación siguió muy de inmediato a Los usurpadores".

Los cuentos que más tarde compondrían Historia de macacos constituyen, en cambio, "no un libro premeditado, sino una colección -muy homogénea, eso sí- de cuentos varios, que reflejan el humor amargo correspondiente al estado de ánimo en que a la sazón se hallaba quien los escribió y a la atmósfera espiritual que por aquellos años se respiraba". Según escribió el autor fallecido en 2009, "en cierto modo, esos cuentos preludian el tono de las dos novelas que seguirían, autónomas por muchos conceptos, aunque conectadas entre sí, Muertes de perro y El fondo del vaso".

A partir de ahí "habrían de ir surgiendo de mi inventiva una multitud de relatos con el más variado carácter y de extensión muy diferente que, aun cuando fueron barajados a efectos meramente editoriales para formar con ellos diversas colecciones, son independientes entre sí unos de otros que finalmente quedaron recogidos", continuaba el escritor.

Por último, un caso particular es El jardín de las delicias, un libro que, desde su primera aparición en 1971, ha sido objeto de "numerosos y excelentísimos estudios". En resumen, la obra narrativa de un escritor que se ganó como pocos la apostilla de 'intelectual'.

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