En su segunda visita al festival sexitano Jazz en la Costa, Roberto Fonseca arrasó entre gritos de "¡Viva Cuba!". El pianista habanero agotó las entradas para este concierto y llevó a Almuñécar una orquesta en formato "jazz band" que levantó al público de sus asientos del placer. Fonseca arrasó sin lugar a dudas.
La que ya empieza a ser tradicional noche cubana de Jazz en la Costa lo siguió siendo en esta ocasión por un doble argumento: por un lado, la presencia de esta formación y también porque el último disco de Fonseca es un homenaje a toda la historia de la música isleña. Abuc, "Cuba" al revés, es una auténtica celebración de la tradición musical de su país desde que los españoles estaban allí y los franceses en Haití, añadiendo elementos europeos al recocido "ajiaco" cultural que terminó siendo el Caribe: bolero y el feeling al jazz, el mambo, el chachachá y la contradanza… con momentos altisonantes, extrovertidos y muy compartibles y otros recatados e intimistas de los que tanto le gustan al joven músico, que lo aprendió todo al lado de los famosos Buena Vista Club Social.
A su alrededor sentó juventud y experiencia a partes iguales con Ramses 'Dinamite' Rodríguez tras la batería, el percusionista Adel y Yandy Martínez tocando el bajo, los metales de Jenks Jiménez y los conocidos veteranos Matthew Simon y Javier Zalba, socio suyo desde hace años en el grupo Temperamento, y también contando con el cantante Abrahán Aristilde.
Nominado en varias ocasiones a los Grammy latinos e intérprete de diversos temas en colaboración con artistas tan conocidos como Omara Portuondo o Carlinhos Brown. Fonseca, que comenzó con la batería, inició a los ocho años su historia con el piano, instrumento que ha conseguido que a día de hoy sea considerado uno de los pianistas más conocidos y respetados dentro del mundo de la música jazz.
Tras una descarga de dos horas descaradamente dirigida a gastar suela, se despidió con una pieza lentísima, acompañándose con un canto ritual y un hermoso efecto visual que consiguió tocando un piano de juguete, creando con ello un arrebatador golpe visual.
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