Actual

Intereses viajeros

  • La Madraza acoge una muestra de dos artistas de mucha significación: Ángel Mateo Charris y Miki Leal

Intereses viajeros

Intereses viajeros

El espléndido programa expositivo del Palacio de la Madraza que ya venimos observando desde los cambios producidos en el Rectorado de la Universidad, con Belén Mazuecos al frente de todo lo referente a actividades relacionados con lo artístico, mantiene su importante status con esta muestra de dos artistas de mucha significación en el panorama de la plástica española de los últimos tiempos, Ángel Mateo Charris (Cartagena, 1962) y Miki Leal (Sevilla, 1974); dos pintores que han pisado fuerte en una figuración moderna con muchos matices y portadora de postulados que tienen una mayor cobertura conceptual que la simple posición representativa. Para la ocasión, a los dos artistas se les ha encartelado juntos gracias a esa vocación viajera que los une; un entusiasmo por el viaje que se transmite en unas obras que manifiestan la asunción de muchas de las circunstancias con las que se han encontrado por esos mundos y esos ambientes recorridos.

A modo de aquellos viajeros románticos que se movían por territorios de cierto grado de exotismo o que encerraban una historia y un patrimonio artístico determinantes, los dos pintores españoles afrontan realidades viajeras por distintas partes del mundo buscando participar de encuentros inesperados, presentidos, para asumir las realidades concretas que ellos llevaban prefijadas, para seguir la pista de personajes y paisajes a los que se admira y se quiere hacer revivir o para encontrar ese paraíso que en los países occidentales se ha perdido. Por eso, la exposición se divide en cuatro partes perfectamente diferenciadas que ahondan en estos aspectos relacionados con el viaje: Europa, Memorias de África, Norteamérica: Costa Este / Costa Oeste y ¡Bienvenidos al paraíso!

Así, el murciano se adentra por Mali para encontrar aventuras siguiendo el transcurso del río Níger o, de forma imaginaria, recorrer el Congo a través de las aventuras literarias de Joseph Conrad en El Corazón de las tinieblas. Por su parte, el sevillano rebusca en la memoria familiar de un tío misionero en África del que conserva imágenes, recuerdos y elementos traídos del continente y que siempre han servido para poblar de referencias su trabajo pictórico. Tanto a uno como a otro les interesa seguir las huellas de personajes importantes. Ángel Mateo Charris rastrea los caminos del pintor Leon Spilliaert en la ciudad belga de Ostende; Miki Leal busca por Francia y Alemania, el testimonio de Le Corbusier y Heidegger. Los dos artistas tienen en Estados Unidos un laboratorios de grandes experiencias para hacer participar sus variados intereses creativos. Charris recorre el país con el también pintor Gonzalo Sicre. Ambos se sienten interesados por la obra y la esencia pictórica de Edward Hopper. En ella bucean y en sus pausados paisajes se detienen para reflexionar. Miki Leal, se hace acompañar de Abraham Lacalle para asistir en Los Ángeles, invitado por Kevin Power, a un proyecto artístico. El ambiente americano no pasa desapercibido y encuentra eco en sus obras. Por su parte, la idea de un paraíso soñado es el objetivo de cualquier viajero que se precie. Los dos artistas buscan lugares que les planteen esa idea anhelada. En los trabajos de ambos ese sentido se dimensiona claramente en una oferta artística llena de entusiasmo y clarividencia. A los dos les atrae una existencia paradisiaca y una naturaleza ajena a los esquivos planteamientos de la sociedad de consumo.

La exposición que comisaría Sema D'Acosta es mucho más que una muestra pictórica al uso. Si bien el conjunto de la obra responde a un compendio de piezas, pinturas y dibujos, al mismo tiempo se nos presenta una cumplida escenografía, ampliamente distribuida por las salas, con mucha información objetual sobre aspectos de los países que las obras de los dos autores manifiestan. Un escenario en el que se intercalan las obras de los pintores con recreaciones de esa realidad que la ávida mirada de los artistas capta. Sin embargo, todo el conjunto de la exposición se nos hace un poco ficticia, quizás, más que excesiva y que produce una contaminación visual que desvirtúa la correcta contemplación y aumenta el, ya de por sí, exceso de información.

La muestra nos plantea pictóricamente la vocación viajera de dos artistas que basan su trabajo en esas experiencias que ambos han tenido a través del mundo. Unos viajes que a los dos les han proporcionado vivencias, les han permitido conocer gentes y paisajes, asumir las realidades de los países que han visitado y experimentar con ambientes que pretendían goces espirituales y creativos. Lo demás, argumentos visuales que contribuyen a organizar un espacio expositivo, pero que, a mí, me sobran.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios