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Larga vida al rey latino

  • Casi 10.000 personas llenan la Plaza de Toros en el concierto de Ricky Martin, que no defrauda

  • Espectáculo, música y baile, mucho baile, hace vibrar a sus incondicionales

Larga vida al rey latino

Larga vida al rey latino

La toma de una plaza. El furor enloquecido y las ganas de congraciarse con su ídolo desde hace 20 años. Expectación empapada de sudor por los más de 30 grados que ayer, junto a los casi 10.000 seguidores de Ricky Martin, invadieron y llenaron hasta la bandera la Plaza de Toros de Granada y sus inmediaciones.

Las puertas se abrieron a cerca de las 19:00 horas pese a que el concierto comenzaba a las 22:00. Las colas -bien ordenadas- junto a las medidas de seguridad que ayer se vieron incrementadas debido al atentado suicida que dejó la noche del pasado lunes 22 muertos y 59 heridos en el concierto de Ariana Grande en Manchester.

El show se midió en los primeros instantes, cuando Ricky saludó desde una plataforma

El público, que estuvo entrando por goteo hasta casi rozar la hora de entrar al espectáculo, aprovechó para llenar también las terrazas de los alrededores. Eventos como este alegran a todo un barrio.

Por primera vez desde hace mucho tiempo, Granada no era testigo de lo que provoca un huracán internacional como Ricky Martin. La arena de las inmediaciones del coso granadino no había experimentado nada similar. Zapatos, zapatillas, tacones y sandalias pertenecientes a todo tipo de público -hombres, mujeres, jóvenes y niños- pisaron con devoción la calle Doctor Olóriz a la espera de poder ver bailar a ese fenómeno natural procedente de San Juan de Puerto Rico.

A Ricky Martin le tocó anoche lidiar con el sabor amargo del atentado del pasado lunes en Manchester. La bilis del estupor y la incomprensión que deja en la garganta un hecho de tal magnitud. Pero el puertorriqueño demostró anoche que sabe cómo bailar con casi todas las circunstancias que se tercien. Y nada pareció agriar la noche del artista.

El comienzo fue un auténtico espectáculo, el latido del resto del show se midió en los primeros instantes cuando el cuerpo de baile salió a escena y Martin desde una plataforma saludó al respetable vestido con un elegante chaqué. Casi 10.000 personas agradecieron su presencia entre gritos y disparos de flashes de móviles.

Con Adrenalina, el público espabiló y se lanzó sin red en una bacanal de gritos, cánticos y bailes cargados de puro acento latino. Una inyección que llegó tras el pequeño bajón de las canciones de su último disco A quien quiera escuchar.

Anoche la mayoría del público no se sabía las canciones de su último LP, pero ese es otro toro que Martin sabe cómo muletear. Haciendo uso de su encanto personal -bien entrenado y depurado al gusto de todos-, junto a su bicarbonatada sonrisa y tez bronceada, Ricky se hizo con la Plaza casi desde el primer giro de luces.

Desde luego el que cantaba Livin' la vida loca sabe bien a qué apelar cuando la fiesta decae unos milímetros. Dinámico, zalamero y carismático, Ricky Martin sacó sus galones de rey del pop latino a base de guiños simpáticos y estrofas con un 100% de posibilidades de ser coreadas.

Con Tal vez, la primera balada de la noche, Martin se metió al respetable en el bolsillo y arañó el corazón de más de uno. Aunque fue con Livin' la vida loca cuando las 10.000 personas, que se la sabían al pie de la letra y golpes de batería, se fundieron en un gran coro.

El artista, que no parece haber perdido grasa en sus extremidades inferiores pese a los 34 años de carrera a sus espaldas, no paró quieto durante todo el show que nada tuvo que envidiar a los que hace el cantante habitualmente en Las Vegas.

Tras sus acostumbrados llenos en taquilla, como los de Málaga, Madrid y Mérida del pasado año -sin contar con el del martes en Madrid- y con un hit universal bajo el brazo como es Vente pa'ca que canta junto al nuevo ídolo de masas y radiofórmulas Maluma, Ricky Martin llegó a Granada con una puesta en escena de vértigo.

Juegos de color con cerca de dos centenares de luces móviles, cinco pantallas para que los situados más al fondo no se perdieran un detalle -ni un pelo, ni un poro, ni un músculo-, sumados al magnífico y escultural cuerpo de baile mixto -y paritario- y varios cambios de vestuario, tornaron la acostumbrada y serena noche granadina en un gran show made in Miami con la espectacularidad de la que solo los grandes pueden hacer gala.

El vestuario es otro factor que Ricky no descuida, cada una media de tres canciones, mudaba de atuendo, según el ambiente que proporcionaban las convenientes luces.

El momento clave de la noche, a juzgar por los decibelios de gritos fue cuando el puertorriqueño salió a escena con una sensual falda y su espectacular cuerpo de baile le acompañó con el mismo atuendo y sin camiseta. Ninguna mujer de aquel recinto imaginó nunca que le gustaría tanto un hombre con falda.

Poco menos de dos horas fueron suficientes para los fans que ya antes de terminar el espectáculo, especulaban sobre su próxima vez con Ricky. El final del concierto estuvo dedicado a grandes éxitos incombustibles. De esos que las radiofórmulas, discotecas y barbacoas usan como al mejor de los espartanos para animar los cuerpos. Aunque el gran delirio llegó con su último éxito mundial Vente pa' ca.

Con Disparo al corazón alguna que otra prenda de ropa -o se sabe si interior- llegó a volar dirección al escenario aunque sin suerte, pues cayó junto al dispositivo de seguridad que se apostaba entre el escenario y el foso. Además de eso, el espectáculo transcurrió con normalidad. Normalidad dentro de lo que cabe: amor, pasión, desenfreno y delirio que se disparó en una sola dirección sobre todo durante la canción Te extraño. Otro gran clásico que consiguió levantar al público granadino.

La fiesta comenzó realmente cuando Ricky Martin recurrió a sus grandes éxitos, como María, La copa de la vida, Por arriba por abajo y La bomba.

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