Accademia del Piacere y Compañía Antonio Ruz

64 Festival Internacional de Música y Danza. Programa: Música de danza en tiempos de Luis XIV, obras de Pierre Guédron, Antoine Boësset, Luis de Briceño, André Campra, Jean Baptiste Lully, François Couperin, Marin Marais y Georg Philipp Telemann. Intérpretes: Mariví Blasco (soprano), Rodney Prada/Rami Alqhai/Johanna Rose (violas da gamba), Enrike Solinís (guitarra barroca), Javier Núñez (clave), Pedro Estevan (percusión). Director: Fahmi Alqhai. Lugar y fecha: Teatro Isabel la Católica, 25 de junio de 2015

La Accademia del Piacere presentó su espectáculo À l'Espagnole, fantasía escénica, una selección de música francesa barroca con aires españoles que se acompañó con las realizaciones coreográficas de la compañía de Antonio Ruz. El resultado fue una velada desigual en lo musical frente a lo visual que no cubrió las expectativas marcadas.

La idea de recuperar el repertorio danzable del barroco francés concebido en torno a lo español resulta sumamente sugerente. No en vano, la visión de España como fuente de exotismo y sensualidad ya era un lugar común entre los viajeros franceses de los siglos XVII y XVIII, y la extrapolación de nuestros patrones culturales (ritmos de danza, aires cantables o tonadas de amor) estuvo muy en boga en la corte borbona de Francia.

A partir de ahí, la selección musical realizada por Fahmi Alqhai ha sido coherente y oportuna, retomando algunos de los números "a la española" más conocidos del ballet de cour a la vez que recuperaba del olvido pequeñas joyas menos frecuentes en los escenarios. Desde los primeros compases de Cessez mortels de souspirer de Pierre Guédron, el conjunto Accademia del Piacere ha mostrado la calidad de su sonido y la bondad de su línea interpretativa, siempre equilibrada y meditada en los tempi y las dinámicas. Acompañada de la soprano Mariví Blasco, las realizaciones de Frescos aires del prado de Boësset, o del tono francés Ay amor loco de Luis de Briceño han hecho las delicias del público, pues la delicada y limpia voz de la cantante empastaba perfectamente con la sonoridad de los instrumentos antiguos. En lo instrumental, destaca el solo de Alqhai a la viola de gamba en las piezas Prelude y sarabande y Couplets de Folies d'Espagne del compositor Marin Marais. Sólo hubo que lamentar el uso de una innecesaria amplificación y una molesta megafonía enturbiaron la correcta recepción de su interpretación, al dotarla de un carácter artificial y crear distancia perceptiva entre el sonido de los instrumentos y el oído del espectador.

Junto a la buena realización musical hemos de lamentar una no tan acertada concepción coreográfica del espectáculo. Desde el primer momento la compañía de Antonio Ruz se ha mostrado histriónica e inconexa con el espíritu de la música. Lo que en un principio resultaba un conjunto de realizaciones falto de semántica se ha convertido en un elemento disturbador para el oyente, que debía sufrir la experiencia de contemplar movimientos anacrónicos frente a un estímulo auditivo delicado y medido. El uso prolongado del suelo, el abuso de giros y rotaciones, la introducción de movimientos convulsos o el torpe intento de dotar de cierto aire cómico las intervenciones de los bailarines han contribuido a crear esta enorme dicotomía. En sí, la danza resultaba bella, pero la casi total ausencia de las mudanzas propias de la gallarda, la zarabanda, la chacona o la folía, ni tan siquiera el intento de coreografiar algún número de baile al estilo de la música, han terminado por mutar el enorme esfuerzo de los bailarines en algo tedioso y fuera de lugar.

En definitiva, cabe concluir que no se trata de una mala realización o una inadecuada interpretación. Es algo más simple, una mala concepción del espectáculo, en el que se fusionan sin acierto dos dimensiones artísticas muy diferentes sin dotar al resultado de un hilo semántico lógico. Podemos decir que esta noche la Accademia del Piacere hizo honor a su nombre sólo en lo que al oído se refiere, mas no en lo visual.