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Peeping Tom vuelve a recurrir al espacio como motor dramatúrgico

  • La compañía de danza-teatro llega hoy al Alhambra con 'A louer (se alquila)', una obra donde los inquilinos son los protagonistas

En poco más de diez años, Peeping Tom, un grupo de amigos que se conocieron en una obra de Alain Platel y que luego realizaron un espectáculo sorprendente con medios escasísimos (Caravane, 1999), se ha convertido en una compañía de danza-teatro de prestigio nacional e internacional. La trilogía Le Jardin (El jardín, 2001), Le Salon (El salón, 2004) y Le Sous Sol (El sótano, en coproducción con KVS, 2007), así como 32 rue Vandenbranaen (en coproducción con KVS, 2009), son producciones aclamadas internacionalmente por la prensa y el público. Hoy y mañana ofrecerán al público del teatro Alhambra una nueva obra, A louer (se alquila), a partir de las 21:00 horas.

La obra plantea una serie de interrogantes: "¿Y si todo estuviera en alquiler? ¿Y si nuestra relación con la gente, los lugares y las cosas fuera siempre provisional? ¿Si pudiéramos alquilar situaciones o incluso otra vida? En un mundo donde todo se alquila, la tierra firme desaparece bajo nuestros pies".

Peeping Tom se articula alrededor de Gabriela Carrizo y Franck Chartier. Juntos han constituido un grupo heterogéneo de artistas con los que han establecido una colaboración a largo plazo. Su amplio espectro de intereses, unido a la especialidad de sus colaboradores, ha producido un lenguaje coreográfico interdisciplinario muy singular. Resultado: una obra ligada a la intimidad, dotada de una identidad única.

Los autores explican que el sitio es otra vez, "como siempre ocurre con Peeping Tom, el motor dramatúrgico de la creación. Aquí es el laberinto que encierra a los personajes en el dédalo de su pensamiento. Así, nos convertimos en espectadores de dos realidades paralelas alteradas por recuerdos, alucinaciones y pesadillas. A louer (Se alquila) levanta el telón de la creación. El escenario es un sitio que no nos pertenece, pues somos sus inquilinos de forma intermitente, pero siempre podemos transformarlo a nuestro gusto. Un lugar que la creación hace renacer permanentemente. Donde el artista se desmarca de los demás para reapropiarse, reinventarse y descargar incesantemente sus imágenes interiores".

Con semejantes bailarines, el movimiento y la imagen son los dos instrumentos principales que utilizan para atraer al público al ámbito de su juego. Carrizo y Chartier definen esta intimidad como el hecho de hacer visible -y amplificar- lo que no lo es, lo que a primera vista parece anodino, lo que es esencial pero se ignora o disimula. Peeping Tom coloca la condición en el núcleo de su proyecto, creando producciones que llevan a la escena mundos paralelos y universos discontinuos en donde la lógica habitual del tiempo, del espacio y del espíritu queda alterada.

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