La crítica

William Christie, un mago del sonido

El director de orquesta en acción.

El director de orquesta en acción. / pedro hidalgo

El Festival de Granada ha recibido a la que puede considerarse como una de las mejores formaciones de música antigua del panorama internacional: la Orquesta del Siglo de las Luces, una formación caracterizada por la búsqueda de una sonoridad auténtica y coherente con el repertorio histórico. Para su visita a Granada contó con la dirección de William Christie, un emblema de la recuperación historicista de la música de los siglos XVII y XVIII. Con esta combinación de elementos se presentó un magnífico programa centrado en la recuperación de la música barroca francesa y su influjo en Centroeuropa.

William Christie es un mago del sonido, un visionario que hace casi cuatro décadas decidió llevar a cabo un proyecto innovador al recuperar el gesto, el sonido y la estética de la ópera francesa de las cortes de Luis XIV y Luis XV con su grupo Les Arts Florissants. Hoy su trabajo se ha convertido en una referencia fundamental para la musicología, y sus versiones de la música de Lully, Rameau, Campra y otros muchos sigue sorprendiendo por su audacia y genialidad. Cuando fue invitado a dirigir la Orquesta del Siglo de las Luces decidió ahondar en las sonoridades de estilo galante que a comienzos del siglo XVIII triunfaban en el gran reino de Francia, y expandían sus encantos por todo el panorama europeo.

La primera obra del programa, la Suite de Les Fêtes Vénitiennes de André Campra, es un ejemplo singular de la riqueza tímbrica y variedad rítmica que se cultivaba en la ópera-ballet de la corte francesa a comienzos del siglo XVIII. La suite incluye una obertura y diez números danzables que recorren diversos ritmos y combinaciones de instrumentos puestos al servicio de una descripción subjetiva de los tipos carnavalescos de la ciudad de Venecia. Esta circunstancia fue aprovechada por William Christie para obrar su magia junto a los solistas de la Orquesta del siglo de las Luces; en una interpretación viva y festiva, el espectador pudo abandonarse en un viaje imaginario al carnaval barroco, y disfrutar con los juegos sonoros y los guiños rítmicos de la partitura en una magnífica interpretación.

Más sobria en carácter, pero de igual interés sonoro, Le Journal du Printemps op. 1 de Jo hann Caspar Ferdinand Fischer, un compositor de la órbita germana que sintió el influjo francés y lo materializó en una serie de composiciones orquestales a la francesa. El uso de los ritmos con puntillo, la construcción galante de las frases y una instrumentación más dulce se unen a la elección de los ritmos de danza franceses en esta deliciosa pieza, de la que se interpretó la séptima suite. La ductilidad de la Orquesta del Siglo de las Luces se hace evidente en su capacidad para cambiar de registro y resultar igualmente efectiva y sutil en cada uno de ellos; su interpretación de esta suite de Fischer estuvo llena de buen gusto, destacando la musicalidad y tacto preciso de la concertino Margaret Faultless; a ello hay que unir el genio interpretativo de William Christie, quien con un simple gesto de su mano consigue arrancar al conjunto deliciosos giros tímbricos y dinámicos que transmutan una partitura de por sí amable en un singular collage de sensaciones auditivas.

El concierto incluyó también la suite de Les Indes galantes de Jean-Philippe Rameau, la partitura para ballet relacionada con la homónima ópera, una de las más conocidas del autor y que tanto influjo tuvo en la Europa de la ilustración. La obra aprovecha el formato ballet para incluir una amalgama de ritmos de danza que recorren un imaginario tour por el mundo y mostrar la cualidad galante del amor en distintas culturas. A nivel sonoro, la orquesta fue introduciendo diferentes timbres y combinaciones contrastantes, desde la Marcha de los persas a la Entrada de los salvajes con gran efectividad e interés; la frescura de la interpretación, la rítmica ágil y la claridad melódica extraídas por William Christie fueron un valor añadido a la bondad de la partitura.

Cerrando cada una de las partes del concierto se interpretaron las Suites para orquesta núm. 3 y 4 de Johann Sebastian Bach, pertenecientes a un conjunto de cuatro suites que el genio de Eisenach compuso como concesión al influjo francés que recorría Europa. Ambas suites tienen similar distribución tímbrica, destacando el uso de tres trompetas barrocas que dotan de brillo y fuerza el conjunto orquestal. William Christie dio una lección magistral de interpretación historicista en estas obras, sobradamente conocidas por el público, pues renovó la sonoridad de las piezas ofreciendo una singular versión mucho más diáfana y libre en el tacto y en los tempi. Cabría destacar la Réjouissance de la cuarta suite o el famoso Air de la tercera, escrita para cuerdas. Hay que incidir en la perfección del sonido de la Orquesta del Siglo de las Luces, cuyo equilibrio y empaste son perfectos, y su adaptabilidad a las exigencias del director, por sutiles que sean, lo convierten en un instrumento perfecto.

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