Exposición en Granada a favor de las Comendadoras de Santiago

El arte de dibujar la empatía

  • Un colectivo de ilustradores organiza una exposición sin complejos en la Corrala de Santiago para ayudar a las Comendadoras de Santiago, la congregación religiosa del Realejo, en plena crisis

Una imagen de la exposición 'El corazón manda'

Una imagen de la exposición 'El corazón manda' / Jesús Jiménez / PhotographersSports

La pandemia lo paralizó todo, sobre todo la economía. Las Comendadoras de Santiago, acostumbradas a recaudar dinero con su exquisita repostería, se quedaron sin ingresos al no poder organizar comidas, ofrecer hospedaje a los peregrinos y vender sus elogiadas magdalenas. En noviembre, la situación era tan crítica que lanzaron una campaña de micromecenazgo en GoFundMe. Un colectivo de dibujantes organiza ahora una exposición sin complejos en la Corrala de Santiago para ayudar a las hermanas del Realejo en plena crisis, "independientemente de creencias e ideologías". El corazón manda (título de la muestra) reúne lo mejor de la ilustración granadina y algunas de las señas de identidad del barrio de los greñuos. Los interesados en echar una mano a las monjas podrán adquirir serigrafías de las obras expuestas, hechas por Christian Walter, al módico precio de 15 euros.

El proyecto surge de forma espontánea cuando los medios se hacen eco de las duras circunstancias en las que las religiosas de la orden se hallaban viviendo a causa del virus. El Convento de las Comendadoras fue el primero que se fundó en Granada en el siglo XVI y desde entonces un pequeño grupo de religiosas que mengua sin pausa con los años, convive, ora, nutre y da cobijo a los visitantes y lugareños. "Ellas forman parte del barrio como nosotros, como cada vecino, ya sea humano, piedra o mirlo. Ellas somos nosotros, y por esa razón, el Colectivo K6 invitó a participar en el proyecto a diferentes artistas dedicados a la ilustración con el fin de sumar fuerzas y latir al unísono con el corazón del barrio", reivindican sus organizadores.

La muestra pilota en torno a "la fascinante idea de crear una comunión entre la atmósfera monacal y las tabletas digitales". Los artistas han establecido "una conexión entre hombres y mujeres del siglo XXI y una comunidad de religiosas cuyas costumbres, ideario y modo de vida se remonta al siglo XVI, más allá de las circunstancias sociales, teológicas o personales", destacan en el dossier. "La inquietud de que la vorágine de los tiempos y que la ávida modernidad haga sombra a la tradición, el silencio y la costumbre que durante siglos han mantenido la identidad del barrio alentó a este grupo a proponer como antídoto la mirada tranquila, la contemplación del patrimonio intangible, la permanencia de los cimientos, usanzas y gentes que conforman la idiosincrasia de un lugar con voz propia", explican.

Presentación de la muestra Presentación de la muestra

Presentación de la muestra / Diego Sevilla Correa / PhotographersSports

"Unir mundo digital y universo contemplativo, cómic y barroco, piercing y hábitos, tablets y relicarios, Instagram y dulces se reveló un proyecto excitante", reconocen los organizadores, que dicen que "colaborar de manera transversal para paliar el hambre y el frío dio al propósito cohesión y contenido" de la exposición. Otro de los objetivos de la misma era situar el Realejo como "punto de encuentro entre la tradición y la modernidad". Además, la muestra "no sólo quiere visibilizar las dificultades tan graves que acontecen en la actualidad y desmoronan familias, colectivos, empresas y sectores afectados por las consecuencias económicas del Covid, sino también poner una pequeña piedra para mantener la esencia e historia del lugar y dar visibilidad a la necesidad de salvaguardar el patrimonio humano de sus gentes y costumbres", defienden.

El artista sevillano Ahrde, en cuyos trabajos acostumbra a fundir realismo con el collage, el humor y la identidad andaluza, ha retratado en Clavo y canela a las monjas del Realejo sonriendo y con una caja de magdalenas bajo el brazo. En la obra aparece el motivo principal de la orden religiosa, la famosa Cruz de Santiago. Abel Ippolito también ha utilizado el símbolo en su tierna ilustración donde ha retratado a una de las hermanas con alas de ángel. Carlos Hernández ha decidido dibujar en Corazonada una cola de personas (y no del hambre) donde aguardan para comprar los anhelados dulces conventuales. Chema García, autor del cartel de las Cruces este año con una larga trayectoria, ha hecho gala de su habitual humor en la viñeta cedida. El dibujante 'ha plasmado' el proceso de preparación de las magdalenas celestiales.

La historia de la monja voladora que asustaba a Lorca

Enrique Bonet ha echado la vista atrás para recrear el cine que hubo en el Campo del Príncipe a mediados de los 40. En la ilustración aparece Agustín Penón, el autor de la primera investigación serio sobre el asesinato de Lorca, y Emilia Llanos, una mujer culta y adelantada a su época amiga íntima del poeta. El periodista llegó a entrevistarla para su estudio. Arriba, se ve a una "monja voladora". "Llanos le contó a Penón la visita que hicieron Federico García y ella a una novicia de un convento de Granada. Contaban que por las noches desaparecía de su celda y "volaba" por la ciudad. Federico se cagaba con esas historias, pero le encantaba oírlas", explica el artista granadino.

La ilustración de Sergio García La ilustración de Sergio García

La ilustración de Sergio García / G. H.

El dibujo de Paloma Almagro El dibujo de Paloma Almagro

El dibujo de Paloma Almagro / G. H.

Uno de los regalos de la exposición sin duda es el dibujo inédito de Sergio García, que hace unos meses ilustraba la portada del 96 aniversario de la prestigiosa publicación The New Yorker. Acostumbrado a meter varias historias en una sola viñeta, García ha plasmado en Sabor de amor el momento en que las hermanas preparan sus dulces y la empatía de ellas al regarlos a gente necesitada. Las formas rígidas del edificio contrastan con la viveza de las manos de las monjas amasando.

Francis Porcel, un gran viñetista enfocado en el mercado francés, ha dibujado a una chica en un balcón que da al barrio. Otra figura femenina protagoniza la obra de Mercedes deBellard, titulada Eva y que apareció publicada en El País Semanal en 2019. El impresionante dibujo de Paloma Almagro, titulado Grada negra sobre escalón blanco, tiene como escenario la conocida Cuesta del Realejo y los gatos que andan en él. Rosa Olea también ha decidido reivindicar la identidad del barrio en su Kilómetro 0 al igual que Vanesa Zafra en Las estrellas, su dibujo de corte fantástico. El cartel de la exposición lo firma Alfonso Perroraro.

"Desde esta iniciativa se invita a todos a sentiros barrio, a reconocer nuestra naturaleza, a abrir el corazón y a encontrar respuestas en él porque el corazón manda. El corazón manda en nuestra esencia: la de comunidad, la de ser y estar, la de sentirse arropados y sentir que todos somos válidos, necesarios, importantes, que todos contamos con todos. En este barrio no importa cómo te vistas ni cuál sea tu origen o idioma; en este barrio importa que seas del barrio, que lo cuides y lo sientas, pues aquí vivieron en convivencia y trato culturas, religiones, artesanos, comerciantes, príncipes y lugareños. Aquellos que fueron entonces, somos nosotros ahora. Desde lo místico a lo profano nos unen callejuelas y nos une el corazón. Nos une lo que queremos que permanezca", se despiden en el dossier. Un gran muestra de solidaridad en un momento muy delicado. El arte de dibujar la empatía, por suerte, trasciende lo puramente ideológico y religioso.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios