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El futuro incierto de un festival con llenos absolutos

  • "El Hocus Pocus depende demasiado de mí", se queja su director, MagoMigue

La magia es puro teatro, "sólo que yo, en vez de hacer de Hamlet, hago de MagoMigue". Miguel Puga, director del Festival Hocus Pocus, ha tenido que escuchar de boca de un político que esto de la magia "no tiene nada que ver con las artes escénicas" y, como consecuencia, que se celebre el Festival Internacional Mágico de GranHada es el verdadero truco. Ya lo vaticinó al comienzo.

"Estamos en números rojos", alerta MagoMigue, y "si a la administración no le interesa este proyecto habrá que inventar otro modelo para el Hocus Pocus". No descarta trasladar el festival a otro lado, siempre con la marca de Granada porque es donde ha nacido, o que se vea obligado a privatizarlo, "pero si me convierto en el Circo del Sol de la magia ya no será lo mismo".

El director del festival destaca que para el Hocus Pocus, la crisis no es algo nuevo de esta edición sino que llevan sufriéndola siete años. "No estamos en crisis. No hemos salido de ella".

Después de diez días de magia, viene el tiempo de hacer números y pensar en qué pasará con un certamen que cuenta con el apoyo absoluto de la gente, "con llenos absolutos", pero sufre la poquísima financiación de las instituciones. "La magia no está muy bien posicionada, la consideran de un nivel inferior y dirigida sólo a niños, aunque en Granada yo ya he visto el milagro de padres que dejan a sus hijos en casa para venir al teatro a disfrutar de los espectáculos".

Aunque la cantidad no se ajuste ni por asomo a lo que sería necesario, como explica el director del certamen, la calidad no se ve mermada gracias a la amistad del mago granadino con prestigiosos artistas a nivel internacional de primera fila.

"El ventrílocuo Marc Metral, por ejemplo, estrella del Moulin Rouge, pidió un día libre para asistir al festival" -actuó en la Magomiscelánea que se celebró el sábado en el Teatro Isabel la Católica-. Su amistad con magos de todos los lugares es fundamental para traerlos, pero se pregunta "qué pasará cuando yo no esté. Depende demasiado de mí y lo que yo quiero es hacer las cosas con solvencia".

Por fuera no se nota. Desde la butaca todo es tan mágico que parece imposible que el Hocus Pocus corra peligro. El encantador concierto de sombras de Xavier Mortimer o la fluorescencia escénica de la campeona de manipulación mundial Juliana Chen parecen no sufrir los avatares económicos de un festival sin suficiente presupuesto.

Unos cuarenta magos han pasado por esta edición, la séptima, y entre ellos maestros de maestros como Metral, Gaetan Bloom o Pep Bou -que actuó ayer en el broche final de este Hocus Pocus- han llenado el Isabel la Católica.

"Lo que yo deseo", dice MagoMigue, "es que se corresponda la capacidad de trabajo de todo el equipo que está detrás del festival con el proyecto que queremos ofrecer". Si no es así, se plantea un traslado: "A mí me encantaría hacer el Hocus Pocus en Nueva York, por ejemplo... Por lo pronto, ya tenemos un experimento en Madrid, a donde llevaremos en unos días una gala del Hocus".

La celebración del festival generó en septiembre una polémica en torno a su financiación, después de que el concejal de Cultura en el Ayuntamiento de la capital, Juan García Montero, advirtiese del riesgo de que el encuentro desaparezca por falta de subvenciones e instara al gobierno andaluz para que aportase más dinero.

Poner en tela de juicio que la magia forme parte de la cultura es algo totalmente equivocado, subraya. "Es otro lenguaje cultural. La magia no existe, hay que crearla".

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