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La mejor historia en el bolsillo

  • Una amplia oferta de títulos de bolsillo ayudan a superar la crisis sin privarse de leer la mejor historia. Hannah Arendt, Domínguez Ortiz o Vázquez Montalbán para el último tramo de la cuesta de enero

Entre la polifacética personalidad de Manuel Vázquez Montalbán se encontraba su extraordinaria capacidad para recrear la atmósfera de las ciudades históricas, empezando por su singular Barcelonas, personalísima guía por la ciudad de sus amores. Montalbán escribió El Moscú de la Revolución en los últimos años 80, cautivado por los cambios de la glasnost y la perestroika, que le dan pie para activar la memoria de la vanguardia europea de principios del siglo XX, aquella que soñó la revolución, luego frustrada por los servilismos del socialismo real. Él mismo reconoce en el prólogo que escribió la historia de un fracaso mientras era testigo, cada día, de la disolución del imaginario de la Revolución de Octubre de 1917.

¿En qué sentido se creía culpable Adolf Eichmann, teniente coronel de las SS, cuando se declaró inocente "de las acusaciones que se le formularon" en el juicio que tuvo lugar en Jerusalén en 1960? Este interrogante es el inicio del apasionante camino de indagación que Hannah Arendt emprende en un ensayo que reconstruye las razones que llevaron hasta el Holocausto desde la óptica de uno de sus responsables que dijo siempre haber actuado ejecutando "actos de Estado".

El análisis de Arendt enlaza, con inteligencia, dos esferas. Por un lado, lo que podríamos llamar el mundo de Eichmann, es decir, ese pasado compartido por millones de alemanes en el que las acciones individuales mantenían estrecha armonía con los valores del Estado, al punto de que Eichmann admitía sus crímenes con la misma facilidad de autoengaño que impregnó toda la mentalidad del Tercer Reich. Por otro lado, el plano del procedimiento judicial al que fue sometido el antiguo responsable de las SS. Un procedimiento plagado de deficiencias desde el momento en que la interpretación historicista del sufrimiento de Israel prevaleció sobre el concepto de delito contra la humanidad.

Ben Gurión afirmó que en este juicio no era un un hombre quien se sentaba en el banquillo, ni siquiera un execrable régimen político, sino todo el antisemitismo secular. Hannah Arendt, que cubrió el juicio para el New Yorker, firmó un ensayo que retiene su interés cuarenta años después.

La proverbial modestia de don Antonio le hizo decir de este libro que con él sólo pretendía construir el cañamazo político de la historia de España sobre el que enhebrar unos sencillos comentarios que sometía a juicio del lector. ¡Sólo! Por supuesto el ensayo es mucho más: un modelo de historia total de los habitantes de la piel de toro, condenados a relacionarse por medio del intercambio, los flujos migratorios, las peregrinaciones, incluso antes de que los escritores latinos diesen nombre a aquella realidad.

No se pierdan el afectuoso prólogo de John Elliott a esta segunda edición de bolsillo en el que deja entrever la deuda de tres generaciones de historiadores con el genial maestro.

La victoria que dio esperanzas a los griegos en su desigual combate con los persas fue el resultado de una cultura política singular, codificada durante siglos, la de un pueblo que había interiorizado la obediencia, la competición y el sacrificio, como virtudes del hombre libre. Este pueblo era Esparta, recreado con maestría por Paul Cartledge, profesor de la universidad de Cambridge y reputado especialista en el mundo de la hélade al que ha dedicado, entre otras obras, una monumental Historia ilustrada de Grecia.

El libro ensancha el paisaje moral de la reciente película, espectacular, pero un tanto plana, de Zack Snyder. La edición de bolsillo que ahora presenta Booket recupera, por cierto, para la portada uno de los dibujos del comic de Frank Miller que inspiró la gran producción cinematográfica.

Thomas Cahill, estudioso de lenguas clásicas, conspicuo editor y últimamente escritor de éxito en Norteamérica, donde sus Misterios de la Edad Media (de próxima aparición en la editorial Belaqva) se venden como los donuts, tiene la facilidad, poco común, de cautivar al lector con un relato que avanza con naturalidad, agrada al oído y resulta redondo.

En este ensayo presenta la historia del trasvase cultural del pensamiento clásico a la lejana Irlanda por medio del cristianismo. Una historia de monjes de innata generosidad y curiosidad extrema que acogen a los desheredados y leen con avidez las fábulas paganas. Un atractivo relato que, sin embargo, peca de ingenuidad (por no entrar en el fundamento histórico de algunas de sus observaciones) y hace poco honor a esa esquina de Europa que supuestamente dice reivindicar. Más parece la visión de la mala conciencia inglesa vertida sobre el pueblo irlandés que es retratado con una candidez que hace sonrojar.

Además de un gran divulgador, con más de doce libros a sus espaldas, el profesor Fernández Álvarez es la máxima autoridad en estudios carolinos, dedicación que le ocupó la mayor parte de su vida académica desde que publicara el Corpus documental del emperador (1973-1981), obra de obligada consultada para los investigadores y especialistas.

Austral ha decidido reeditar, creemos que con acierto, su ensayo biográfico Carlos V, un hombre para Europa (1975) en la colección que mejor corresponde a sus méritos: los clásicos de historia. El estadista, el soldado y el hombre maduro que mantiene sus convicciones, incluso cuando ya no le acompañan las fuerzas, ni le respeta la época, trazan el perfil de este primer desilusionado de Europa.

Fernández Álvarez avanzaba con este estudio una visión cronológica más vertebrada y una sistematización de las fuentes históricas que superaba las viejas visiones centradas en la polémica ideológica entre germanismo (Karl Brandi) y castellanismo (Menéndez Pidal).

Se reedita uno de los grandes éxitos editoriales de García de Cortázar, Los mitos de la historia de España. Símbolos conceptuales que resisten el paso del tiempo y hacen flaco favor a los españoles. Los hay de izquierdas y de derechas, confiesa el autor, todos ellos simplificadores e injustos con realidades que fueron más complejas y poliédricas: el anticlericalismo, el exilio como tradición, la oposición entre la Castilla arcaica y la Cataluña moderna, la idealización de la República o el olvido de los vencidos en la guerra.

García de Cortázar invita al lector a revisar la "iconografía histórica" de estas ideas-fuerza, paso necesario para una ciudadanía libre y madura. Uno de sus más inspirados ensayos.

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