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"No puedo explicar lo jodido que es ser un gracioso oficial"

  • El actor presenta este fin de semana en el Teatro Isabel la Católica 'Yo me subí a un piano verde', una obra donde recupera su bis cómica y los juegos de palabras

"Debes ser el único que no sabe que está jugando España", reprocha divertido Millán Salcedo cuando le llaman en mitad del partido de fútbol. Así que aplaza la entrevista para el descanso. El actor estará hasta el próximo domingo en el Teatro Isabel la Católica con la obra Yo me subí a un piano verde. Pero ayer, su prioridad era una camiseta roja. "Es un partido absurdo", dice.

-¿El absurdo no es una de sus especialidades?

-Sí, pero no jugando al fútbol. Yo era bastante mejor que los coreanos, aunque tengo los ojos más abiertos.

-¿Cómo le dio por subirse a un piano verde?

-Es un divertimento, un gran juego de palabras donde no me gustaría que nadie se quedase en fuera de juego. Es la constatación, después de todos los años que llevo picoteando en todos los medios, de que lo mío es el directo, el teatro. Es para lo que estudié y es donde realmente me lo paso bien.

-Y donde continúa creando un lenguaje propio...

-Bueno, la verdad es que nunca fue nuestra intención crear un modo de hablar o una jerga. Son cosas que nos salían y que hacíamos antes de salir a la palestra, no sabíamos que aquello pudiera cuajar. Era un poco como Chiquito de la Calzada, pero si recuerda, lo nuestro eran más sonidos guturales, gestos...

-¿Más cercanos a Monty Python?

-En aquella época ni los conocíamos. Nuestros padrinos fueron Tip y Coll, Gila, Toni Leblanc... Nuestras influencias también estaban en el cine italiano, Vittorio de Sica. También Berlanga o actores como José Luis López Vázquez. Es una pena que gran parte de estas películas sean menospreciadas porque son en blanco y negro. Es una pena porque los Hermanos Marx o el Gordo y el Flaco son en blanco y negro, como no podía ser de otra manera. Recuerdo una vez que mi hermano se cayó de la litera de la risa después de ver una película del Gordo y el Flaco. Es una pena que se pierdan esas fuentes de ingresos para reírse.

-¿Estos homenajes están presentes también en la obra?

-La palabra homenaje es demasiado solemne, prefiero hablar de guiños. Paco Mir y Joan Gracia, de Tricicle, que me han dirigido esta función, dijeron que ellos se hacían cargo de la dirección hasta el día del estreno, que luego no firmaban más.

-Parece usted de esa clase de actores que tienen a los técnicos y a los directores al borde de un ataque de nervios por su capacidad para la improvisación..

-No tengo costumbre de remitirme en exclusiva a un texto, siempre hay una 'ventanuca' abierta a la realidad. Que si Belén Esteban ha ganado el concurso, pues algo habrá que decir, que vienen los mundiales, pues también.

-¿Pero personajes como Belén Esteban no son ya una parodia en si mismos?

-Me dan un poco de pena, ese modo de reírse de ellos que tiene la audiencia. Hay un sector del público que prefiere reírse 'de' en lugar de reírse 'con'. Algo muy grave está pasando en España, la crisis no es sólo económica. Hay crisis de imaginación, de valores, de buen gusto... Yo me considero un fan de la televisión pero últimamente estoy un poco desligado de la parrilla. La veo un poco 'guarrindonga'.

-Se atisba un poso de melancolía tras su disfraz de 'gracioso oficial'.

-Es que soy una persona melancólica desde el vientre de mi madre. Pasé demasiado tiempo en un internado, y esto está presente en el espectáculo, espanto fantasmas del pasado, hay una uña que araña. Este espectáculo es terapéutico para mí, me ahorro una pasta en psicoanalistas.

-La gente no va reírse con su espectáculo. Va a troncharse directamente. ¿Cómo asume esto?

-No soy humorista, he hecho de humorista durante un tiempo por la necesidad de no estar parado. Con El piano verde recupero el personaje 'sinvergonzón' pero estoy interpretando un papel. Para mí, la palabra clave es comunicar, hagas comedia, drama o seas presidente de una comunidad de vecinos .

-Habla de comunicación, pero usted no tiene móvil ni ordenador...

-Se vive de puta madre, los raros sois vosotros. Si os vierais desde fuera...Están absolutamente enganchados, ya no hay sobremesa, no hay comunicación, tertulias... Ahora, como no apagan los móviles, en las reuniones entran, salen... No quiero que piensen que no gustan las nuevas tecnologías, pero ni tengo internet ni tengo interné por tenerlo.

-¿En qué momento decidió dejar de ser mediático?

-No he nacido con la oratoria suficiente para explicar lo jodido que es ser un gracioso oficial. Sinceramente, corté porque todo aquello que pasó fue tan grande que superó mi carácter humano, porque soy una persona más bien solitaria. No soy un zascandil, me gusta hablar, he sido fumador y bebedor social, pero creo que el estado mejor para vivir en este planeta de cotilleo es poder pasar desapercibido por la vida. Pero yo estoy encantado, gracias a las empanadillas de Móstoles me puedo permitir no tener móvil.

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