Quousque tamdem

Luis Chacón

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Belén y tradición

Fue en la Navidad de 1223 cuando San Francisco decidió recrear el nacimiento del Niño Dios en una gruta de Greccio. Escribe Tomás de Celano que el santo de Asís quería contemplar de alguna manera con sus ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue reclinado en el pesebre y colocado sobre heno entre la mula y el buey. El Pesebre se extendió por toda Europa y desde España a América. El Belén pasó de los templos a las casas. Más tarde, Carlos III trajo las bellísimas figuras napolitanas que puso de moda entre la aristocracia española. Y hoy, en una historia propia del cine navideño, la izquierda políticamente correcta y pijoprogre que manda en Madrid, la ciudad que tuvo al rey Carlos III como su mejor alcalde, decide no poner el Nacimiento que adornaba tradicionalmente la Puerta de Alcalá, la misma que se erigió en su homenaje.

Aparte de las protestas que ha generado la decisión, -entre las que destaca la iniciativa, nacida en las redes sociales que parecían patrimonio de la izquierda, de llevar Belenes a la Puerta de Alcalá- lo cierto es que pretender festejar la Navidad obviando su origen cristiano es un despropósito y una payasada. Los argumentos, por llamarlos de alguna manera, son los de siempre: un estado aconfesional no debe apoyar una fiesta religiosa que podría molestar a otros colectivos. El hecho de que la inmensa mayoría de los españoles celebre la Navidad, sea cristiano o no, porque es una tradición secular de nuestra cultura parece no importarle al totalitario gentío podemita. Y éste no es un caso aislado.

El problema es simple: la mayoría de los políticos se creen trascendentes y pretenden cambiar el mundo sin asegurarse de que el resto ansían o al menos, apoyan esos cambios. Ganan unas elecciones municipales por la mínima y se arrogan el derecho de transformar, no ya una ciudad, sino una tradición y una historia milenarias. Olvidan que la inmensa mayoría de ellos sólo serán una nota a pie de página en los libros de historia y un puñado de líneas en los obituarios de los periódicos. Y la verdad, tanta corrección política aburre. Vivimos en plena pamplina política en la que el pensamiento débil y acomplejado quiere ser la norma y abandonar el rebaño es una insolencia. Bien podrían recordar los politicastros podemitas del Refugees Welcome que la familia del Niño que nació en Belén hubo de huir a Egipto y que Él fue más revolucionario que todos ellos juntos.

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