Extramuros

José Antonio Montilla

Candidato al Senado

AL pasear por Granada capital da la impresión de que sólo un partido se presenta a las elecciones del próximo domingo. Las banderolas que cuelgan de las farolas están teñidas de azul. Sólo de vez en cuando encontramos alguna pequeña ristra de Zapateros o Llamazares. Además, en buena parte de los cruces y rotondas han colocado grandes cartelones con el símbolo del PP. No se cuál será el efecto de esta saturación propagandística. Por un lado, refuerza la sensación de dominio de ese partido sobre la ciudad, pero, por otro, no parece la mejor forma de fomentar la abstención de los progresistas, conforme a la estrategia de campaña que han contado al Financial Times. Ciertamente, el exceso de gaviotas no favorece la indiferencia sino el voto en contra de los que piensan de otra forma.

Pero lo que más llama la atención, porque no tiene precedentes, es la cantidad de banderolas y grandes carteles con la foto de uno de los tres candidatos al Senado: Sebastián Pérez. Hay más Pérez que Rajoys o Arenas. Y, la verdad, no lo entiendo. Frente a la importancia del Congreso de los Diputados o del Parlamento andaluz, el Senado es una cámara parlamentaria prácticamente inútil (si no se reforma), en la que da igual quién gane. De hecho, en la última legislatura el PP era el partido mayoritario y apenas lo hemos notado. Además, la aspiración del PP debería ser que salieran elegidos sus tres candidatos, pero ¿dónde están los otros dos? De hecho, la elección de un senador la tienen garantizada en virtud del sistema electoral. Incluso, lo más lógico es que ese senador sea Sebastián Pérez pues aparece el primero en el listado por orden alfabético. Aunque la P es una letra que queda atrás en el abecedario, curiosamente los otros dos candidatos tienen como iniciales la R y la V. Finalmente, tampoco desde el puro márketing electoral parece este señor un candidato especialmente atractivo, cuya imagen moderna y juvenil atraiga a nuevos votantes.

En fin, como desde una perspectiva electoral no comprendo el impresionante gasto económico que ha hecho el PP para promocionar a un candidato al Senado, la explicación debe buscarse en clave interna. Si consideramos que es su presidente en la provincia y recordamos la insólita campaña personalista que ya hizo en las municipales del año pasado como candidato a presidente de la Diputación, con escaso éxito, por cierto, podemos colegir que la omnipresencia de un candidato al Senado en las calles de Granada no tiene que ver con estas elecciones sino con las relaciones de poder dentro del PP, siempre complejas como bien sabe Gallardón.

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