LOS ayuntamientos no han sido, en general, previsores. Se subieron en su momento a la burbuja del ladrillo y no descabalgaron hasta que la pompa estalló con el consiguiente sobresalto. El déficit municipal es altísimo. Los datos del Ministerio de Hacienda sobre la provincia de Granada no dejan duda. Nada menos que 21 ayuntamientos cerraron 2011 con una deuda superior a 500 euros por vecino. En total la deuda conjunta con los bancos es de casi 360 millones de euros, un 2% más que en el ejercicio anterior. Si tenemos en cuenta que 2011 fue el primer año del ajuste el resultado es desalentador. La deuda a finales de 2011 no incluye el préstamo a diez años para pagar los proveedores que en el algunos casos, como el de la capital granadina, supondrá devolver 107 millones más intereses en diez años. Eso significa, en la práctica, esquilmar las inversiones e incluso dejar de atender servicios básicos que ahora se presentan como "competencias impropias". Detrás de todo, sin embargo, hay también un error político.

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