paso de cebra

José Carlos Rosales

Deuda misteriosa

AUNQUE las vanidades localistas resulten tan inútiles como cualquiera de las que circulan por el mundo, a veces resulta reconfortante saber que el municipio de Granada ocupa un lugar preferente en algún índice o clasificación o registro. Sobre todo en los tiempos que corren: elevados porcentajes de paro, destacable fracaso escolar o excesivo número de viviendas vacías, desocupadas. Granada se merece destacar en algo deslumbrante y llamativo; y poco a poco, día a día, lo ha logrado: nuestra ciudad está entre las quince capitales de provincia más endeudadas de España. Algo es algo.

No somos nada en el mundo del fútbol, no destacamos en los certámenes europeos de baloncesto o dramaturgia o investigación termonuclear, como tampoco figuramos en los repertorios internacionales de ciudades tranquilas, apacibles o silenciosas; sin embargo, en el ámbito de las finanzas públicas, llamamos la atención, somos alguien. Y eso podría aumentar nuestra baja autoestima, pues deber más de 144 millones de euros no está al alcance de todos. Tener deudas elevadas es un signo de distinción social. Ahí están Madrid, Barcelona o Valencia. Así que, dejemos a un lado nuestros permanentes complejos de inferioridad y alcemos la cabeza: cada uno de los habitantes de esta ciudad debe un poco más de 600 euros. Sólo catorce ciudades españolas nos superan. Basta de lloriqueos y autoflagelaciones: sólo tienen deudas de ese calibre los audaces.

Y me estoy refiriendo a las deudas del Ayuntamiento de Granada, no a las deudas de los particulares. Ésa sería otra historia. Continuemos. El Ministerio de Economía ha publicado hace pocos días los datos correspondientes a las deudas de las Administraciones locales. Y aunque el Ayuntamiento de Granada es uno de los que ha conseguido reducir en el último año su deuda, no ha dejado por ello de situarse entre los deudores más contumaces, los que más deben, los que más gastan sin pensar en el futuro. Pero qué poco dura la alegría en la casa del pobre: en Valencia o Madrid o Barcelona han reorganizado o abierto Museos de Arte Contemporáneo y Pasarelas Internacionales de Moda, visitas de Sumos Pontífices, Sagradas Familias, Óperas y alguna Copa América…; en Granada, por el contrario, no se percibe el rendimiento de la deuda municipal, el municipio sigue cómo estaba, no hay nada nuevo o excitante. No sé por qué debemos tanto. No creo que las estatuas excesivas de la avenida de la Constitución o las novedosas farolas de la calle Ángel Ganivet o el ensanchamiento de las aceras de la calle Obispo Hurtado hayan generado deuda tan enorme. He aquí otro misterio de esta ciudad tan rara.

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