Extramuros

José Antonio Montilla

Elecciones en Granada

TODAS las encuestas han clavado los resultados electorales en Granada: el 4 a 3 en el Congreso, el 3 a 1 en el Senado y el 6-6-1 en el Parlamento andaluz, como único cambio en relación a las elecciones de 2004. Por ello, apenas hay nada que comentar sobre los grandes números. Sin embargo, la letra pequeña nos muestra datos reseñables. El primero es paradójico. En realidad, el único partido que puede estar satisfecho con los resultados es Izquierda Unida. Pese al "tsunami bipartidista", que diría Llamazares, han mantenido el parlamentario andaluz, habiendo obtenido muchos más votos en las elecciones autonómicas que en las generales. Ello supone consolidar un comportamiento electoral que les conviene: el voto útil sólo juega cuando Izquierda Unida no tiene opción de conseguir el escaño; sin embargo, cuando existe esa expectativa, la mayoría de su electorado se mantiene fiel. En ese sentido, la situación política que parece consolidarse en Andalucía tras estas elecciones, con sólo tres partidos, les favorece; otra cosa es que la gestionen bien.

Sin embargo, tanto el PP como el PSOE deberán analizar con cuidado sus resultados. El PP ha incrementado el número de votos y su representación en el Parlamento andaluz; sin embargo, ha quedado demasiado lejos del PSOE, más de lo que anunciaban las encuestas. Es el "jugamos como nunca y perdimos como siempre" que se digiere mal cuando se disipan las burbujas de los datos más favorables. Lo peor para el PP no es su estancamiento estructural en muchos municipios, del que parece estar saliendo, sino su incapacidad para consolidar desde el poder municipal los avances logrados el año anterior en Guadix, Albolote o incluso Motril, entre otros municipios.

También tiene importantes sombras la lectura de los datos obtenidos por el PSOE. Ha ganado las elecciones con claridad. Pese a lo que calan en Granada las campañas anti-Junta, ha resistido mejor que en Almería o Málaga. Jaén no es comparable porque allí el 'poder andaluz' se visualiza bien. Sin embargo, el agujero negro de la capital se hace cada vez más profundo sin que haya parecido importar demasiado hasta aquí. Cuando ni siquiera se utilizan los espacios electorales que le corresponden, dejándoselos al partido contrario, se está mandando el mensaje de que no importa perder en ese lugar. Sin embargo, para compensar una diferencia de 25.000 votos hay que arrasar electoralmente en muchos pueblos, y esa época parece haber pasado.

Estos son los resultados. De su lectura correcta por parte de los distintos partidos, y su actuación en consecuencia, dependerán, en buena medida, los de 2012.

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