La tribuna

luis Chacón

Fondo de reserva y demagogia

LAS dos disposiciones que ha debido hacer el gobierno del Fondo de Reserva de las Pensiones -la primera para poder abonar la paga extra de verano y la segunda para cumplir con la obligación fiscal de ingresar las retenciones practicadas a los pensionistas- han levantado un vergonzoso revuelo partidista. Usar las pensiones como arma arrojadiza en el enfangado ambiente político actual sólo pone en evidencia la ínfima categoría intelectual, la ausencia de ética y la poca solvencia económica de nuestros políticos.

El Sistema Público de Pensiones es, con la Sanidad y la Educación, uno de los pilares fundamentales del estado de Bienestar que desde finales de los años cuarenta han ido construyendo los países europeos. Nos guste o no su estructura o su funcionamiento, es evidente que la sociedad lo demanda mayoritariamente y, por tanto, la misión de los partidos debería ser la de buscar soluciones a su viabilidad en lugar de mentir interesadamente a su clientela para que actúe de claque en este sainete al que denominan pomposamente, debate político.

Los argumentos -por llamarlos de algún modo- que se han cruzado en este pimpampum han sido dos. Ambos de una simpleza insultante, y basados en el partidismo más pedestre. Vamos a analizarlos de modo esquemático. Desde la cercanía al gobierno se celebra su excelente gestión pues el Fondo de Reserva permite cumplir con los pensionistas. La izquierda, en cambio, resalta la pésima actuación del PP que gasta el dinero que -y lo dicen sin sonrojarse- dejó el PSOE poniendo en peligro las pensiones. La falacia de ambas consignas es clara. El Fondo es neutral a cualquier acción de gobierno ya que las cantidades que lo nutren provienen de las diferencias entre los cobros por cotizaciones sociales y los pagos por pensiones. Y ambos montantes no son fáciles de cambiar a corto plazo por la acción de ningún gobierno. Pero más ridículo aún ha sido la crítica al mero uso del Fondo. ¿Qué pretendían? ¿Qué el gobierno incumpliera sus obligaciones y los pensionistas no cobraran la extra de verano? Por lo leído y escuchado parecería que el señor Rajoy ha utilizado ese dinero para irse de vacaciones con su familia. En fin.

Si existiera un debate público serio respecto al Sistema de Pensiones, o al menos los partidos fueran capaces de superar el discurso ramplón y tabernario de la acusación continua, el hecho de que al ritmo actual el Fondo de Reserva desaparecerá a finales de 2017 les hubiera debido impulsar a tomar medidas de contingencia y a pactar un plan de actuación que permita, en la medida de lo posible, garantizar la viabilidad del Sistema Público de Pensiones.

No basta con gritar en un mitin que las pensiones o la vivienda son un derecho. Igual podría decirse respecto al cava y la langosta en Navidad porque la verborrea de los politicastros suele acabar como el soneto cervantino: y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

El problema financiero es muy grave y hay que afrontarlo con decisión y contando la verdad a los ciudadanos. Cada vez estamos más de cerca de igualar el número de cotizantes con el de beneficiarios. Esa situación hará imposible la existencia de pensiones de importe similar al último salario de la vida laboral activa y pondrá en peligro la propia existencia de las pensiones públicas. La realidad, tal y como está concebido nuestro sistema de reparto y solidaridad entre generaciones, es que hoy es insuficiente para asumir sus obligaciones futuras y se encamina hacia la quiebra. Los nuevos pensionistas han generado más derechos económicos que los que fallecen y, a la vez, su esperanza de vida es mayor. Tomando el dato de enero a junio de 2016, vemos que la pensión nueva de los beneficiarios incorporados al sistema es de 1.364 euros, un 44% superior a la de los fallecidos en el mismo periodo (932 euros). Este año, el gasto en pensiones será de 83.500 millones, un 3,4% más que el anterior aunque sólo haya un 1,34% más de pensionistas. Por tanto, sin reformas, el sistema colapsará y parcheándolo sólo retrasaremos un desenlace difícil y frustrante para toda una generación que se verá atrapada entre una larga cotización y una ridícula pensión.

¿Soluciones? Técnicamente, alargar la edad de jubilación, reducir razonablemente las prestaciones y, sobre todo, mejorar los ingresos. Y es aquí donde deben actuar los gobiernos; nuestro mercado de trabajo es históricamente ineficiente. El paro en España siempre es superior a la media europea, se dispara en crisis y jamás llega a los mínimos de los países desarrollados durante las bonanzas. Sólo por ese motivo sería imprescindible revisarlo y modernizarlo. Pero además, con cotizaciones bajas no podrán pagarse pensiones altas y lo que necesita el Sistema de Pensiones es una reforma radical, consensuada por todos, bien explicada a los ciudadanos y basada en criterios técnicos. Pero parece que nuestros políticos prefieren la consigna mitinera.

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