Los inaceptables ataques terroristas de Hamás contra ciudadanos y militares de Israel han generado un clima de guerra en la región que amenaza con convertirse en un conflicto bélico de gran magnitud y trascendencia; al tiempo, con la desproporcionada respuesta devastadora de Israel, se va a generar una verdadera catástrofe humanitaria sobre la población civil de Palestina.

Vemos, desde nuestra perspectiva de una sociedad que vive en paz, una situación enormemente preocupante: en el mundo globalizado en el que estamos todo está relacionado y seguramente tendremos consecuencias económicas y sociales, al tiempo que un incremento de la tensión internacional e, incluso, en el ámbito de la política nacional.

Israel ataca sin piedad y ayer anunció un ultimátum de 24 horas para una evacuación imposible de la población del norte de Gaza antes de lanzar la ofensiva definitiva cuyas consecuencias serán la muerte de un gran número de personas civiles y la destrucción de todo tipo de infraestructuras y viviendas en la zona.

Asistimos a un conflicto que solo puede generar asco y repulsión tanto en lo que se refiere al inicio con los ataques terroristas de Hamás, como a la respuesta devastadora de Israel. Todo ello ha sembrado de muerte y destrucción al conjunto de ciudadanos que están en el territorio afectado y, además, es más que probable que se haya sembrado un odio y sed de venganza en ambas partes enfrentadas que pueden durar generaciones y generaciones.

Como siempre, solo nos queda lamentar impotentes el desarrollo de estos acontecimientos bélicos y sufrir junto a las víctimas inocentes manifestando nuestro dolor y solidaridad. Pedir que las iniciativas institucionales desde la UE y la ONU trabajen por conseguir de inmediato un alto el fuego, la liberación de los ciudadanos y militares israelíes secuestrados y evitar la catástrofe humanitaria que se cierne sobre la población civil de Gaza.

No puedo resistirme a valorar la paz y la democracia como elementos básicos para una vida social digna; algo que debemos cuidar cada día porque la historia demuestra que cuesta mucho conseguirlos y que nada es irreversible. Es un lujo vivir en paz y en democracia y hemos de cuidar que sea un legado para generaciones futuras.