EL magistrado que instruye el caso Gürtel ha encontrado indicios de cohecho y delito fiscal por parte del tesorero nacional del Partido Popular, Luis Bárcenas. El Partido Popular, por el contrario, lo que encuentra es una persecución política por parte del Gobierno, que siempre está detrás de jueces y fiscales cuando se investiga si alguien del PP ha delinquido. Ésta es la doctrina oficial del PP.

Parece más sencillo. El juez ha cambiado de opinión porque también ha cambiado la suya la Fiscalía Anticorrupción, después de recibir un informe de la Agencia Tributaria sobre una operación de Bárcenas de 330.000 euros, sin declarar a Hacienda, una cantidad que coincide con la que aparece en la contabilidad B de las empresas de Francisco Correa, el empresario organizador de la trama corrupta. En esa contabilidad oculta a la ley se registran apuntes de dinero junto a las iniciales L.B., L. Bárcenas y L. Bárc. o la expresión Luis, el Cabrón, que lo mismo es injuriosa que admirativa, quién sabe.

Sospechoso parece, pero no nos dejemos llevar por los prejuicios. El caso es que la Unidad de Delitos Económicos y Financieros de la Policía llegó a la conclusión de que estas referencias eran "sin ningún género de dudas" al tesorero y senador Luis Bárcenas. Están también las grabaciones subrepticias realizadas por el ex concejal del PP de Majadahonda que desveló la trama, en las que varios imputados comentan los pagos hechos a Bárcenas durante años (¿para él, para el partido o para ambos?). Finalmente, mientras ha estado de gerente de las finanzas del PP y, más tarde, de tesorero por voluntad de Rajoy, L.B. se ha hecho con un patrimonio inmobiliario bastante curioso, algo así como tres millones de euros. Su chalé en Baqueira Beret, donde la estación de esquí, lo fue pagando mediante cheques en dos o tres años, pero en 2008 liquidó la compra aportando dos talones de 300.000 euros cada uno. Sinceramente, no creo que los sueldos de los liberados del PP den para tanto.

Si esta semana el Tribunal Supremo considera sólidos estos indicios de que se hayan cometido delitos, habrá de hacerse cargo del caso, dada la condición de aforado de Luis Bárcenas. Se supone que entonces la dirección del PP dejará de denunciar la persecución de que se siente objeto y terminará por admitir que tiene un problema. Es un problema bastante más serio que el de los trajes de Camps. Rajoy ya debería haber convencido a Bárcenas para que se aparte de las finanzas del partido y, si no lo convence, debería apartarlo él. El problema de los que manejan los dineros de los partidos es siempre el mismo: son hombres que saben demasiado. Y ningún partido quiere que compartan sus secretos.

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