Hoja de ruta

Ignacio Martínez

'Match ball' en el Picasso

CUANDO se inauguró el Museo Picasso de Málaga (MPM) en octubre de 2003, el Rey decidió ir a pie desde el Palacio de Buenavista hasta el edificio de la Aduana, donde se celebraba una recepción. Dos calles en perpendicular, medio kilómetro a lo sumo. Este cronista fue durante el recorrido unos metros detrás de Christine Picasso, la nuera del pintor, promotora y mecenas de la pinacoteca. Y la gente la vitoreaba. Así como suena. En ese momento habría sido emocionante que su suegro pudiese ver el resultado de la generosidad de esta mujer, una ceramista de origen judío que se acercó al entorno de Picasso y se convirtió en la segunda esposa de su primogénito, Paul. Sin duda estaría orgulloso de cómo ella había propiciado el reencuentro del pintor y su ciudad natal.

Ocho años después de aquel inicio, doña Christine ha conseguido que su nombre dé la vuelta a España por un asunto que causa perplejidad. Un enfado monumental con una exposición que llega a Málaga desde el Museo Picasso de Barcelona, sin levantar ninguna crítica. Viñetas en el frente, incluye unos grabados de Sueño y mentira de Franco, que el MPM le compró en enero de 2010 a Bernard, el hijo de Paul y Christine. Incluye obra prestada expresamente por Claude Ruiz-Picasso. Incluye incluso el visto bueno de la Picasso Administration, la central que controla toda la reproducción de la obra del pintor en el mundo. No se entiende que la exhibición de obras expresamente antifranquistas, realizadas por Picasso al mismo tiempo que el Guernica, pueda ser calificada de utilización política oportunista por alguien de su familia. Un servidor, con perdón, opina que la que ha sufrido una utilización política oportunista no ha sido la obra de Picasso, sino su señora nuera, a manos de su entorno. Christine debería buscar entre sus consejeros a los responsables de un desaguisado que si lo hubiese visto Picasso no se habría sentido muy satisfecho.

Hay que felicitarse de la experiencia del consejero de Cultura, Paulino Plata, que ha reconducido la situación y evitado el cese del director. José Lebrero es el primer director del MPM que consigue una verdadera conexión entre museo y ciudad. Con un trabajo muy profesional ha multiplicado su actividad y aumentado el número de visitantes.

Las susceptibilidades sobre la memoria histórica son libres y las carga el diablo. Cuando en 2003 el Gobierno quiso distinguir a Christine por su generosa contribución a este museo, le iban a conceder el Lazo de Isabel la Católica. Pero la homenajeada se acordó de la expulsión de los judíos de España y declinó el ofrecimiento. Al final se le otorgó la gran Cruz de Alfonso X el Sabio. El MPM, uno de los más importantes museos de Andalucía, ha salvado un match ball ayer. Pero este partido no ha terminado, desgraciadamente.

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