Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

Oportunismo y podredumbre

Nunca ha sido la política campo abonado para almas sensibles. La lucha por el poder no está exenta de traiciones, puñaladas traperas, mentiras y deslealtades. Pero siempre es aconsejable actuar con cierto estilo aunque sea meramente fingido. Un discurso puede ser demoledor y a la vez exquisito. Pero hoy parece que se prefiere la tosquedad en el fondo y la grosería en las formas. Quizá por eso es tan habitual confundir venganza con justicia, naturalidad con rudeza e hipocresía con buena educación.

El informe del Consejo de Estado sobre el trágico accidente de aviación que costó la vida a sesenta y dos militares españoles ha servido para poner negro sobre blanco la catadura moral de gran parte de nuestra clase política, tan marrullera y falta de clase como sobrada de oportunismo. El tristemente famoso Yak 42 ha resurgido, no para resarcir a las víctimas o impartir justicia, sino única y exclusivamente para hacer política del modo más sucio y rastrero que podamos imaginarnos. Los buitres esperaban ansiosos su momento.

La derecha de banderita sudada en la muñeca, aplausos huecos al Ejército en mañanas soleadas de desfile y alegres marchas militares en el móvil, pasó por alto cualquier atisbo de decencia y humanidad y cerró filas justificando no sé muy bien cómo ni por qué, la terrible chapuza de la identificación de las víctimas que acabó con tres altos mandos condenados a los que después se indultó. Y la izquierda, abanderada del flower power y más antimilitar que antimilitarista, la misma que niega el acceso del Ejército a la Feria del Empleo o al Salón de la Infancia de Barcelona y califica de fascistas los desfiles, se ha lanzado al cuello del gobierno buscando su propio provecho y deglutiendo la carroña con la virulencia propia de una manada de hienas hambrientas.

Falta altura moral y política en quienes, como el presidente del Gobierno, se escudan en la resolución judicial del caso para obviar la responsabilidad in vigilando del entonces Ministro de Defensa, Federico Trillo. Mucho menos, si se arguye como justificación el tiempo transcurrido pues no hay prescripción en la responsabilidad política o moral de ninguno de nosotros. Pero no es menos indecente el uso partidista de la desgracia ajena por parte de muchos políticos de izquierda que sólo han buscado el titular y el rédito político -magro e inmoral- que puedan obtener de su ataque al gobierno. ¡Cuánta podredumbre!

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