Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Peligrosa tragicomedia

El encarcelamiento de los golpistas catalanes era una medida judicial esperada ante la gravedad de sus acciones

Lamentable, sin duda -e inoportuna políticamente, lo que demuestra la división de poderes-, la encarcelación de parte del cesado gobierno catalán que perpetraron reiteradas acciones golpistas contra la democracia, las libertades y el orden constituido, desoyendo y desafiando las advertencias de los máximos órganos judiciales, a los que despreciaron e injuriaron gravemente. No podrían esperar que la Justicia -no las que ellos pretendían imponer en su hipotético estado bananero-, permaneciera impasible ante ese desafío que culminó en la proclamación de una república independiente. No están en prisión por sus ideas, sino por sus actos.

Es triste que estén en la cárcel estos individuos, que se han colocado fuera de las leyes. Pero, aparte de consideraciones jurídicas que no son competencia del comentarista, esta columna, por la tiranía de la actualidad, ha tenido que detenerse con demasiada asiduidad en lo que es uno de los desafíos más graves contra la convivencia, no sólo en Cataluña, sino en España que no puede admitir que un puñado de personas atenten contra los principios de una Constitución de la que sólo somos dueños la totalidad de los españoles, para reformarla si llega el caso. Es inadmisible dejar a los golpistas a su albedrío, por mucho respaldo regional que tengan en las calles o en los ayuntamientos, como lo reflejó la alcaldesa Ada Colau, apoyada por otro grupo que viene haciendo gala de idéntica irresponsabilidad como es el caso de Podemos, en su vertiente nacional o en la catalana, además de los independentistas, legitimados para defender sus ideas, pero no para imponerlas saltándose las leyes y el sentido común.

He definido al nacionalismo independentista catalán y las formas de llevarlo a cabo, con diversos calificativos, con el grotesco y cobarde Puigdemont a la cabeza que, cuando se ha dado cuenta de su delirante locura, ha puesto pies en polvorosa, salvándose del incendio provocado y dejando entre las llamas a los compañeros de aventura. Pero, como suele ocurrir entre nosotros, los esperpentos, las tragicomedias pueden acabar en auténticos dramas. Esperamos que las llamadas a las revueltas callejeras en Cataluña, los encuentros verbales no traspasen esa línea peligrosa que se asoma a los cainismos tan del gusto de algunos.

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