La chauna

José Torrente

Pepinos y calabacines

 ENTRE Diego Asensio, dimitido secretario general de los socialistas de Almería, Sebastián Pérez, presidente del PP de Granada, los pepinos, los calabacines y demás hortícolas riquezas de nuestra Andalucía querida, Almería y Granada vienen dando serios disgustos a este socialismo que nos gobierna, evidentemente por razones diversas. 

Los reflejos nunca han sido un problema para el PSOE, más bien al contrario, eso sí, sólo cuando sus arcas estaban llenas de votos.  Ahora, como reflejo del estado de shock que le produce la amplia derrota electoral del pasado día 22 de mayo, groguis aún por el golpe, no están finos en la gestión, y han provocado con su lentitud de reacción, un agravamiento infame de la crisis denominada "del pepino", que hiere gravemente al motor económico de la Costa de Granada, y de Almería también. 

Tras una semana de crisis hortícola, sólo en nuestra provincia, y según los datos de agricultores y almacenistas, se han perdido 10 millones de kgs. de pepinos, que suponen 6 ó 7 millones de euros menos de ingresos. En una empresa puntera de Güalchos Castel, antes salían 150 camiones diarios de hortalizas con destino europeo. Hoy, escasamente lo hacen 10 ó 12. Se ha perdido en torno al 50% de la mano de obra, entre campo y almacén.  O sea, un auténtico drama, que está afectando a la marca hortícola española. Reparar eso será el futuro gran problema.  

 

Y José Luis no ha estado, ni se le espera.  Tan solo atinó, el pasado viernes, a decir sarcásticamente que la UE ha estado lenta.  ¿Y él, que ni siquiera ha estado?  Y sus ministras de sanidad y medios varios, ¿qué hacían o hacen, sin plantar una pica en su Flandes alemán, haciendo lobby por las embajadas, y exigiendo las oportunas rectificaciones dinerarias y compensatorias para los nuestros, que deberían ser los suyos?  ¿Con este gobierno, tenemos o no tenemos influencia en el seno de la UE?  A la vista está lo que claro parece. 

 

No puede ser que por ser el líder o el motor de la UE a unos, por muy alemanes que sean, se les permita hacer lo que le venga en gana, sin pensar en el daño que actitudes cerriles y de mirada corta, causan a los demás.  Pero es aún peor que la defensa de los intereses de los nuestros, a los que debería de ceñirse quien nos gobierna, estén supeditados a ver la foto de una consejera comiéndose un  pepino, o de una ministra prometiéndonos que como ella vaya, la van a oír. Uy, qué miedo.  

Si comparamos la acción de Rosa Aguilar, con la lucha de Loyola de Palacio en aquella crisis del olivar andaluz, la comparación no dura ni medio asalto.  Y el vicepresidente y candidato a dedazos, (llamémosle Alfredo), ¿no puede hacer algo más de lo que está haciendo? 

 

Decía Zapatero que con él, íbamos a volver al centro de Europa, pero a nuestros pepinos y calabacines les han cerrado injusta y bruscamente sus puertas, y ellos, siguen mirándose su ombligo. A ver si espabilan. 

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