Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

¡Perdona a tu pueblo, Facebook!

A punto de ser borrado por su algoritmo, me paso el día cantando: ¡No estés eternamente enojado, perdóname Facebook!

Eso me pasa por ver, horas y horas, viejas series de TV: que me olvido de los valores por los que se rige Facebook, el Gran Confesor/Inquisidor. Me había visto una ristra de capítulos de Periodistas, un Lou Grant a la española de finales de los 90, como cortafuegos de las catástrofes naturales, y de las inducidas por el ser humano, que asolan el planeta; las que los medios nos sirven a diario como plato único; y, desorientado, pequé tras ver el episodio en el que un fotógrafo que no llega al cierre, necesita urgentemente la foto de un pecho para ilustrar un artículo sobre el cáncer de mama y que termina por hacérsela, con su consentimiento, a la secretaria de Local, esposa de Blas, el redactor jefe de esa sección. Ella está un poco cabreada con un Blas que pretende controlar todas sus actividades y que la ha criticado por asistir a clases de defensa personal. Y cede ante la petición del compañero y deja que le haga la foto. El periódico la publica al día siguiente, con su pezón correspondiente (adminículo de los mamíferos, gracias al cual las crías que no disponen de ama de leche ni de Pelargón pueden alimentarse, conectadas a ese dispositivo). Hay un cierto revuelo en Local, y un cabreo intenso de Blas, el sedicente dueño del copyright de ese pecho suelto. Y la cosa no pasa de ahí en el episodio. Confundido por este mal ejemplo, publiqué en Facebook una foto del Pinterest, en la que aparece una chica mostrando los pechos, heteropatriarcalmente colonizados por una corbata que invade el dulce valle de sus colinas. ¡Cómo se ha puesto el algoritmo del Facebook conmigo! ¡Brutal!: Que si solo yo podré ver la foto, que ellos tienen unas normas planetarias que impiden mostrar los pechos de la mujeres, si los pezones (fuentes de vida, y no solo), no han sido previamente pixelados, que como lo haga otra vez, me voy a enterar, que por esta vez pase como pecado venial, pero que la próxima, me capan el muro, durante un mes, pero que, si insisto, me dejarán estéril para toda la vida y que no podré volver a publicar en la aplicación. Por lo pronto, he aceptado, contrito, la corrección y ahora publico a diario en mi muro un audio en el que canto el popular himno religioso: "No estés eternamente enojado, Facebook, perdóname, señor". Espero no apagarme eternamente en el infierno del silencio.

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