Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Tocados, casi hundidos

MUCHAS veces el nombre de las carreteras guarda una inquietante semejanza con una de esas claves que usábamos de niños para jugar a los barquitos. Si pronuncio en voz alta, por ejemplo, A-7, no me resultaría extraño que el interpelado, sobre todo si es miembro de alguno de los gabinetes encargados de la construcción de las infraestructuras, respondiera un poco compungido: "¡Tocado!". E incluso si el golpe es repetido y afecta a una parte capital de la autovía respusiera, ya completamente desolado, pero sin perder de vista la parte consustancial de inocencia que derrocha todo juego, "¡hundido!". Asumo que la introducción de este artículo puede ser tachada de catastrofista, exagerada o hiperbólica pues la frecuencia de los contratiempos en la red viaria en construcción no es tan inmediata como en el juego de mesa, pero si la comparamos con el promedio de accidentes que se suelen producir en las restantes obras públicas el resultado es abrumador. No, decididamente no tenemos suerte los granadinos con las carreteras ni con las soluciones de ingeniería.

Unos días después de que un juzgado de Almuñécar acordara la imputación de doce personas, entre ellos dos cargos del Ministerio de Fomentos, más otra decena de directivos de las empresas constructoras, por el accidente del viaducto de la A-7 que costó la vida a seis trabajadores en 2005, un desprendimiento relativamente previsible dañó otro puente en el tramo limítrofe entre las provincias de Granada y Almería.

Un supersticioso habría dictaminado de inmediato que las carreteras de la provincia están sometidas a algún tipo de conjuro que unas veces las retrasa y otras las desmorona. Pero como la mayoría tendemos en los casos prácticos a a guiarnos por el cartesianismo más que por al fetichismo la explicación nos parece inadecuada. Alguna razón de índole científica o de aptitud debe ser la responsable de que las carreteras se caigan o, en el mejor de los casos, se demoren indefinidamente. Técnicos, políticos, ministros, delegados e ingenieros, ¿en qué rango radica la incompetencia?

Al vicesecretario del PSOE, José Manuel Fernández, en el colmo de la desfachatez, no se le ocurrió ayer otra cosa que decir que fue el Gobierno de Aznar el que planificó la carretera. ¿Y qué? ¿Qué le importa a nadie quién la planificó? El ardid de Fernández para escurrir el bulto es ridículo. A estas alturas su partido aún no ha dado explicaciones en Granada. Y Fomento respondió anoche, cinco días después.

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