En este país tan amante de abrazar las costumbres de los yanquis y olvidar las tradiciones propias, excepto para atraer a los mismos turistas yanquis, se ha puesto de moda un cierto concurso que se ofrece en los "descansos" de algunos espectáculos deportivos. Lo contemplé por primera vez en los interludios de ese juego que consiste en pasar una pelota de un lado a otro de una red y cuyo marcador tiene unas reglas muy curiosas. Se puntúa de 15 en 15 y de 6 en 6. Lo llaman tenis y creo que lo inventaron los británicos, siendo su máximo trofeo por países algo así como una fuente o ensaladera donde no se sirven comidas.

El concurso en cuestión, olvidemos los entremeses, consiste en premiar el beso más apasionado, más romántico, más bello o como queramos denominar al ósculo que se dan varias parejas elegidas entre el público. Desconozco por completo si hay que apuntarse, si es voluntario, si se eligen al azar o cómo va la cuestión de participar en el evento para que te enfoquen en algún momento del interludio y ante los espectadores, sin pudor, des el beso y luego ya se verá si ganas o pierdes. Todo un espectáculo y si es televisado hasta te puede ver la familia, los amigos, los seguidores de las redes y el mundo mundial.

La cuestión y duda que me ha surgido es que todos los besos que he contemplado en todos esos eventos, en todos los televisados y en todos los que he presenciado en directo, han sido besos entre un varón y una mujer, o una mujer y un varón; es decir un beso heterosexual, entendámonos. Yo me pregunto si entre los, digamos, quince mil espectadores que acuden a, digamos, un partido de fútbol, no habrá ninguna pareja de otra orientación sexual que desee participar en ese juego y ganarse el premio. Las estadísticas sociales aseguran que el 10-20% de los seres humanos tienen orientaciones no heterosexuales. Yo me pregunto si los patrocinadores del concurso aceptarían a una pareja homosexual para participar. Yo me pregunto cuál sería la reacción del público que seguro está lleno de gente progresista y abierta. Yo me pregunto muchas cosas sobre la capacidad de hipocresía que podemos generar. Yo me pregunto por qué en este país, tan amigo de criticar a los yanquis, nos seguimos asombrando de que haya ganado las elecciones a presidente quien las ha ganado. Pregúntese usted por el beso y ya me dice. Vale.

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