No hay un patio de recreo sin Fidget Spinner. El hipnótico juego se ha colado en las casas, en las calles y, por desgracia para los profesores, en las aulas. Tampoco hay que alarmase. Las modas son así. De pequeños jugábamos a las canicas, a la comba o a la cinta. Más tarde, allá por los noventa, los niños se volvieron locos con los tazos y los gogos después de intercambiar decenas de cromos de equipos de fútbol o de series de dibujos animados. Ahora le ha tocado el turno a este simple juguete que gira a gran velocidad. Lo importante es que disfruten y se muevan con juegos alejados de lo digital.

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