La investidura

No es correcto que el Partido Popular cuestione la legitimidad de los pactos si estos no le benefician

Cuando el próximo 17 de agosto se constituya el Congreso de los Diputados y se nombre la mesa que tendrá la dirección de su funcionamiento, comenzará el proceso de consultas a los grupos parlamentarios por parte del Rey, para proponer candidato a la investidura a presidente del Gobierno.

La Constitución establece en su artículo 99 que la investidura la obtendrá el candidato que consiga el apoyo de la mayoría absoluta entre los miembros del Congreso y, de no ser así, la mayoría simple en segunda votación 48 horas después de la anterior.

Por lo tanto, la Constitución establece que presidirá el Gobierno el candidato que sea elegido por el Congreso y no establece que lo haga el candidato que haya ganado las elecciones. Además, este es el procedimiento que rige también para la presidencia de los Gobiernos autonómicos y ayuntamientos y es por eso que Moreno Bonilla, Ayuso, Mazon, Guardiola, Azcon, Mañueco o Martínez Almeida llegaron al poder para el PP gracias a acuerdos de investidura, aún no habiendo ganado las elecciones.

No es correcto que el PP cuestione la legitimidad de los pactos de investidura si estos no le benefician porque, además de contradictorio con su trayectoria, pone en cuestión las reglas establecidas por la Constitución.

Además, es lógico que la investidura se haga en la forma que establece la Constitución porque una vez haya Gobierno, éste debe aspirar a la máxima estabilidad en la legislatura para poder gobernar y aprobar sus presupuestos o las leyes que representen a la inmensa mayoría del electorado.

Feijoó tiene derecho a aspirar a ser investido pero, también, tiene la obligación de llevar ante el Rey el número de escaños a su favor que exige la Constitución. También tiene la obligación de acatar la norma fundamental y no cuestionar que otro candidato pudiera tener los votos necesarios. En ese caso, a Feijoó le correspondería el inmenso honor de ser el jefe de la oposición y servir a España desde ese privilegiado lugar.

En cualquier caso, dado el complejo proceso que será necesario desarrollar para tratar de conseguir un acuerdo entre partidos tan diversos, no hay que dar por hecho que aún no vaya a ser necesario repetir elecciones. Estamos ante un escenario en el que es difícil pronosticar su desenlace. Ojalá todo culmine con una investidura que reedite un Gobierno progresista.

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