El vapor vaporizado

El kraken está en las instituciones y no bajo la línea de crujía del buque; la carcoma es la política

Para bochorno de los políticos que prometieron reflotar, flamante, el Vapor de Cádiz, llamado Vaporcito del Puerto por los gaditanos, su abandono es tremendamente fotogénico: a la vista de todos en la ribera del río Guadalete -justamente el del Olvido-. Parece el barco de los piratas del Caribe o el buque del Holandés Errante, aunque no se mueve ni un centímetro, sino para deshacerse. El kraken está en las instituciones y no bajo la línea de crujía del buque. La carcoma de la política no para.

Las fotos meten miedo. Aunque se hagan a la luz cenital del mediodía, parece que va a salir un fantasma. Hay un frío que viene de otro mundo.

Con todo, si fuese sólo otra promesa electoral incumplida, no escribiría este artículo. Ya saben que es noticia que un niño muerda a un perro, no que un perro muerda a un niño. Una promesa electoral cumplida sí que daría para una buena columna de opinión. O para una película de ciencia ficción.

Traigo el Vapor Adriano III porque, sin embargo, en el cartel conmemorativo que el Ayuntamiento de el Puerto de Santa María puso a la entrada para sumarse a la festividad del orgullo gay del año pasado, y que ahí sigue, sí que hay un Vapor o Vaporcito flamante surcando la Bahía sobre los colores de la bandera del arcoíris.

Tampoco sería llamativo que hayan dejado el cartel del día del orgullo todo el año, orgullosos de tanta diversidad. Lo que es un signo es la confluencia de ambas cosas: la realidad, pudriéndose de barro, humedad y salitre en una orilla del río, y la propaganda flamante y pinturera en la otra orilla del río, para recalcar el contraste.

Importa el postureo, la publicidad, el papelón. La realidad da mucho asco, es reaccionaria y, además, exige trabajo e iniciativa. Se erige como un símbolo. Si yo fuese político, habría visto el cartel y habría dicho: "Mira, ese Vapor me lo quitas de la propaganda, porque o lo echo a navegar de verdad o lo echo fuera de mi cartelería institucional. Canta mucho que siga presumiendo de logo y de perfil marinero, pero que no mueva un dedo para evitar su ruina". No se ha dicho porque ni han caído, estoy seguro.

No es que sean unos cínicos. Es que no ven la realidad de tan poco como les importa. La publicidad, la imagen, la marca, internet, los eslóganes y la cartelería sí que las ven. A la ciudad, poco más o menos como al Vapor, no. La realidad se les evapora. Sólo la imagen de los influencers les parece sólida.

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