Manías

erika Martínez

El voto avergonzado

MI abuela tiene 96 años. La última vez que la acompañé a votar, trajo el voto preparado dentro de un sobre que llevaba bien sujeto bajo la axila, como un bolso de mano con la paga del mes. Caminaba rápido, vigilando a izquierda y a derecha, temiendo con paranoia postfranquista que fueran a robárselo. Tras el 26-J, pienso en los cientos de miles de votantes que, encuesta tras encuesta, mintieron cuando se les preguntó qué votarían. Y me los imagino con su sobre bien apretado bajo una axila más simbólica que la de mi abuela: votando con miedo, como ella, y quizás también con culpa.

Es el miedo, sin duda, una de las razones que explican la reciente sorpresa electoral. Un miedo que constituyó el eje de la campaña del PP contra Unidos Podemos, pero que encontró además la complicidad de un PSOE más interesado en frenar la fuga del voto progresista que en impedir un nuevo gobierno conservador. Una campaña que se vio impulsada por el Brexit y la forma en que este despertó el pánico latente de los españoles a la falta de estabilidad, cimiento sagrado de la cultura de la Transición. Hay una parte de nuestro inconsciente político que todavía razona como si fuera haber un golpe de Estado. Y es justo a esa parte a la que la derecha le dice, bueno, tal vez no garanticemos los derechos sociales y una mejora de la democracia, pero prometemos seguridad.

Es cierto que el cambio de lógica de la confluencia ha podido espantar a ciertos votantes de IU, más apegados a su ortodoxia que a la posibilidad de gobernar. Y también a muchos votantes de Podemos, dispuestos a apoyarlos cuando eran una fuerza de discusión de las instituciones pero no ahora que están dentro. Ambas razones pueden explicar los votos obtenidos, pero solo el miedo explica en mi opinión la diferencia entre encuestas, expectativas y resultados.

¿Afirmar que España votó desde el miedo quiere decir que los votantes del PP no saben lo que votan? En absoluto. Pero parece indiscutible que una parte nada desdeñable de los ciudadanos votó mintiendo. Si finalmente gobierna el PP, lo hará en parte legitimado por votantes que se avergüenzan. No es fácil hacer política contra todos los aparatos, como hace y hará desde la oposición Unidos Podemos. Tampoco será fácil gobernar con esa vergüenza.

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