Tribuna

José maría rueda gómez

Miembro del Comité Federal del PSOE

Ejercer la democracia para ser demócrata

Resulta patético considerar que el debate sobre las normas y procedimientos de funcionamiento de un partido político es "de carácter interno" y "no interesa a la ciudadanía"

Ejercer la democracia para ser demócrata Ejercer la democracia para ser demócrata

Ejercer la democracia para ser demócrata / rosell

Se le atribuye al viejo profesor Tierno Galván alguna participación en la redacción del Preámbulo y del art. 6 de nuestra Constitución. Establecer una sociedad democrática avanzada es uno de los objetivos planteados en el primero. Señalar a los partidos políticos como instrumento fundamental para la participación política, pues expresan el pluralismo político y concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular, es la trascendental definición del segundo.

Someter la estructura interna y el funcionamiento de los partidos al deber de ser democráticos, no es sino la clave de bóveda de todo el sistema, que se configura en torno a ese valor fundamental de la democracia avanzada.

Por todo ello, resulta descorazonador, sino patético, considerar que el debate y opinión sobre las normas y procedimientos de funcionamiento de un partido político son un "debate interno que no interesa a la ciudadanía". Y qué decir de las forzadas manifestaciones, a mitad de camino entre el desprecio y la ignorancia, relativas a que dicho aspecto fundamental de nuestra sociedad democrática es "un entretenimiento que no debe quitarnos tiempo para otras cosas". Curiosa consideración sobre el concepto de democracia, sobre el papel de los partidos políticos en la sociedad y sobre la necesaria apertura de éstos a los nuevos impulsos y las nuevas demandas de una ciudadanía cada vez más exigente, más crítica y más preparada y menos dispuesta a "tragar con ruedas de molino". A la par que más desafecta al habitual desenvolvimiento de nuestra vida democrática. Curiosa por no decir pobre.

Vivimos tiempos en que la información fluye y es compartida al instante; tiempos en que nos esmeramos en perfeccionar los mecanismos participativos en las instituciones, en los que buscamos que el mayor número de personas se impliquen en la vida de su barrio, de su ciudad, de su país. Ampliamos los derechos y las libertades, los mecanismos de transparencia en la gestión pública, los sistemas de rendición de cuentas. Incluso debatimos sobre mejoras en los mecanismos electorales para incorporar las listas abiertas y la mayor cercanía entre representantes y representados. Y sin embargo, aún perduran opiniones (cada vez más minoritarias) contrarias a que los partidos políticos sigan esa senda. Resistencias numantinas a abrir las puertas y las ventanas de los partidos políticos en un doble sentido. Para que entre el aire fresco, el compromiso desinteresado y colectivo, la libertad de expresión y de conciencia, la deliberación no condicionada y la confianza en la voluntad individual y secreta sin artimañas. Y para que salga el clientelismo frustrante y castrador, el adormecimiento de la libre opinión y el enquistamiento en posiciones de autodefensa, absolutamente incomprensibles para quienes miran desde fuera.

Definitivamente, no es un debate sólo interno de los partidos. Afortunadamente se abre paso la necesidad de que los partidos políticos sean el más vivo ejemplo de la democracia, la apertura y la transparencia que se demanda para la vida social y política. Por fin, parecemos darnos cuenta de que la democracia se practica y se ejerce, no sólo se pregona. De que para ser "el partido más democrático de España" no basta con decirlo una y mil veces, porque la ciudadanía muestra sordera ante ello. Sino que hay que practicarlo y ejercerlo para romper esa barrera del sonido que, ridículo sería negarlo, se ha instalado entre el discurso y la acción socialdemócrata y los sectores sociales a quienes se dirigen ambos.

Valgan las anteriores reflexiones para mostrar mi más humilde pero enérgico apoyo a la reciente modificación de las normas internas del PSOE, unánimemente respaldadas por el último Comité Federal, que vienen a dar cumplimiento a la muy mayoritaria voluntad de la militancia en el pasado 39 Congreso. Valgan también, con un único animo constructivo, para procurar contrarrestar la interminable retahíla de artículos, columnas y colaboraciones que han opinado en sentido contrario al hilo del Reglamento que contiene las citadas normas.

Antes, ahora y siempre, una única idea presidió mis reflexiones: que resulta inconcebible tener menos derechos como militante de un partido que como ciudadano. Y una única constatación reclamaba mi actuación: la de ver a centenares de personas libres y comprometidas políticamente negarse a militar en el PSOE por no estar dispuestas a renunciar a una parte de dicha libertad en aras a hacer efectivo dicho compromiso.

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