Tribuna

Pablo Gutiérrez-Alviz

Sine die

Yebra alcanzó un considerable mimetismo con Chèjov. Las excelentes cualidades personales del galeno ruso coinciden con el carácter del doctor de la Alfalfa

Sine die

Sine die

El 17 de febrero de 2022 se celebró una sesión necrológica en homenaje a Ismael Yebra organizada conjuntamente por la Reales Academias Sevillanas de Medicina y de Buenas Letras, y la fundación Cajasol. El doctor Yebra, vecino del barrio de la Alfalfa de la capital hispalense, gozaba de la condición de académico de ambas instituciones, y también era patrono de la citada fundación.

El acto contó con tres brillantes conferenciantes: don Juan Sabaté Díaz (académico de número de Medicina), don Rogelio Reyes Cano (académico preeminente de Buenas Letras), y del arzobispo emérito, Don Juan José Asenjo Pelegrina. Al terminar la sesión le comenté a don Antonio Pulido Gutiérrez, presidente de la fundación Cajasol, que el mejor homenaje que podríamos hacer a Ismael Yebra (y a todos sus lectores) sería confeccionar y publicar un libro con la selección de sus mejores artículos periodísticos, y el rescate de un texto inédito de su autoría del que yo tenía noticia. Aceptó de inmediato, y quedamos comprometidos para este buen fin.

Desde entonces, y para afrontar este cometido, he leído y anotado toda la producción literaria de Ismael Yebra: libros, conferencias y otros escritos de cualquier materia. De hecho, he llegado a dictar una conferencia centrada en su personalidad como escritor que titulé El hombre que amaba las buenas letras.

Con este bagaje he podido seleccionar 171 artículos entre los casi 400 que había publicado en los diarios del Grupo Joly, todos los jueves, entre enero de 2015 y diciembre de 2021 (una semana antes de fallecer). Y para su mejor lectura los he clasificado en cinco capítulos: Sevilla; España vista desde la Alfalfa; La Medicina y sus efectos; Libros y lecturas; y Amigos y otros personajes. En el relativo a La Medicina y sus efectos he añadido, como complemento, su magnífico discurso El ejercicio de la Medicina como fuente de inspiración literaria, en el que cita con notable admiración al médico y cuentista Chèjov. La gran mayoría de estos artículos y el mencionado discurso fueron redactados bajo la gravísima enfermedad de la que nunca se recuperó, y que sobrellevó con resignación cristiana e incluso buen humor. Ningún lector, ni siquiera el más observador, pudo percibir su prolongada agonía.

Esta antología revela la absoluta claridad, rigor y coherencia del escritor Yebra en todos los temas que aborda: no oculta su visión intimista, poética y también crítica sobre Sevilla; su racional españolismo sin fisuras; su gran ojo clínico con dotes proféticas sobre la sanidad en su conjunto; su afición desmedida a las buenas letras como lector y bibliófilo; y su innata bonhomía con los personajes que retrata, sean amigos o simplemente conocidos.

El último capítulo del libro recoge el apuntado texto inédito del autor: Tabernas de Sevilla. Un peculiar ensayo lleno de sabor y tristeza, nada nostálgica, sobre este tradicional establecimiento. Abarca desde su origen y ambiente hasta un inventario de las tabernas más afamadas de nuestra capital. Analiza sus personajes con la revelación de curiosos apodos, y cuenta lo que suponía una entera jornada laboral tras la barra. El autor confiesa su aversión al mundo tabernario, sin perjuicio de que este rechazo le sirviera como acicate para agigantar su afición a la lectura.

El lector tiene entre sus manos una obra literaria variada, grata e interesante; de estilo llano y, a la vez, erudita y culta, sin pedantería. Con elegantes dosis de fina ironía, resulta muy amena. Sine díe se titula, igual que el encabezamiento genérico de sus columnas periodísticas. Quizá, porque sabía que sus escritos servirían para siempre: sin plazo fijo, imperecederos. He disfrutado mucho con la preparación de este libro, aunque simultáneamente sufriera la constante añoranza por la ausencia del amigo y cabal compañero de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras (de la que fue director hasta su muerte).

Ismael Yebra alcanzó un considerable mimetismo con Chèjov, no solo en el ámbito intelectual. De hecho, las excelentes cualidades personales del galeno ruso, citadas por su biógrafa Némirovsky, coinciden con el carácter del doctor de la Alfalfa: integridad, sencillez, modestia, amor al prójimo, superación estoica del dolor y la sabiduría de esperar la muerte con dignidad y sin miedo.

La lectura de este volumen permite corroborar que Yebra ha sido un médico humanista excepcional y un sobresaliente escritor. La primera y elegante edición de Sine die se presentó ayer por la tarde en la sede sevillana de la fundación Cajasol. Queda cumplido el triste compromiso adquirido aquel emotivo día de febrero de 2022.

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