La salida del equipo rojiblanco no mostró a un Granada diferente. En el libreto del pequeño contra el grande, los rojiblancos trataron de mantener el orden, con la defensa no pertrechada cerca del área de Roberto y muy juntas las líneas. Los de Abel no querían la pelota y el Sevilla no le hizo ascos. La presión hacía ganar a los de Emery en todas las segundas acciones. Dos de ellas tuvieron marchamo de gol. Una primera en un balón de Krychowiak a la espalda de Nyom que controló mal Vitolo y acabó con la pelota fuera (6'). La siguiente nació en una pérdida en campo propio de Rubén Pérez, posterior apertura a Denis Suárez y pase de la muerte a Vitolo leído perfectamente por Roberto (11').

Sin embargo el que se adelantó fue el Granada CF. Por fin en una acción de jugada ensayada en un córner forzado por el joven Success. El balón voló abierto hasta el segundo palo y Mainz puso la testa para cruzar el balón y estamparlo en la escuadra de Sergio Rico. Esos segundos de suspense recordaron a aquel testarazo hacia Segunda de Iván Amaya.

El Granada vivió unos minutos excepcionales. Incluso pudieron ampliar la ventaja con un disparo cruzado con la derecha de Robert Ibáñez a pase de Nyom, y luego en un remate hacia su propia portería de Diogo Figueiras en pugna con su compatriota Candeias que acabó en el poste (24').

Y de golpe a golpe, el Sevilla retomó las riendas de su destino cuatro minutos más tarde, en un remate de Bacca en una falta en la que Roberto midió mal su salida, y encontró a un Mainz salvador bajo palos. Se metieron otra vez en el duelo y se lo hicieron pasar mal a un Granada que, aunque estuviera muy juntito, sufría con el dinamismo de Vitolo y Denis Suárez.

Antes del descanso tuvo el colombiano Bacca la igualada en un balón interior de Pareja que el ariete sevillista cruzó en el exceso. Minuto 33' y la grada celebrando el intervalo como el final del partido.

La segunda mitad estuvo marcada por las entradas al campo de los sevillistas Banega y, sobre todo, la de Aleix Vidal. El catalán explotó como quiso las enormes lagunas defensivas que volvió a dejar, una vez más, el argentino Insúa. Por ese lado llegó la combinación que metió en el área al ex del Almería para servir el centro que Mainz desvió hacia su propia portería para empatar. Era el minuto 69 y hasta ese momento, el Granada no sólo no había sufrido, sino que hasta podía haber sentenciado el partido. Liderados por un Success imperial al que sólo su bisoñez en algunos momentos le llevó a cometer fallos, los rojiblancos llegaban en oleadas a la contra. Provocó que Candeias chutara duro pero esquinado para que repeliera Sergio Rico (53') y luego cabalgó para que Iturra forzara un córner.

Pero desde el 1-1, el Granada quiso guardar el punto y dejó que los sevillanos atacaran a discreción aunque con poca pólvora. Estrada pitó el final como la sirena que marca la hora en los colegios. Otro día más en la oficina.

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La salida del equipo rojiblanco no mostró a un Granada diferente. En el libreto del pequeño contra el grande, los rojiblancos trataron de mantener el orden, con la defensa no pertrechada cerca del área de Roberto y muy juntas las líneas. Los de Abel no querían la pelota y el Sevilla no le hizo ascos. La presión hacía ganar a los de Emery en todas las segundas acciones. Dos de ellas tuvieron marchamo de gol. Una primera en un balón de Krychowiak a la espalda de Nyom que controló mal Vitolo y acabó con la pelota fuera (6'). La siguiente nació en una pérdida en campo propio de Rubén Pérez, posterior apertura a Denis Suárez y pase de la muerte a Vitolo leído perfectamente por Roberto (11').

Sin embargo el que se adelantó fue el Granada CF. Por fin en una acción de jugada ensayada en un córner forzado por el joven Success. El balón voló abierto hasta el segundo palo y Mainz puso la testa para cruzar el balón y estamparlo en la escuadra de Sergio Rico. Esos segundos de suspense recordaron a aquel testarazo hacia Segunda de Iván Amaya.

El Granada vivió unos minutos excepcionales. Incluso pudieron ampliar la ventaja con un disparo cruzado con la derecha de Robert Ibáñez a pase de Nyom, y luego en un remate hacia su propia portería de Diogo Figueiras en pugna con su compatriota Candeias que acabó en el poste (24').

Y de golpe a golpe, el Sevilla retomó las riendas de su destino cuatro minutos más tarde, en un remate de Bacca en una falta en la que Roberto midió mal su salida, y encontró a un Mainz salvador bajo palos. Se metieron otra vez en el duelo y se lo hicieron pasar mal a un Granada que, aunque estuviera muy juntito, sufría con el dinamismo de Vitolo y Denis Suárez.

Antes del descanso tuvo el colombiano Bacca la igualada en un balón interior de Pareja que el ariete sevillista cruzó en el exceso. Minuto 33' y la grada celebrando el intervalo como el final del partido.

La segunda mitad estuvo marcada por las entradas al campo de los sevillistas Banega y, sobre todo, la de Aleix Vidal. El catalán explotó como quiso las enormes lagunas defensivas que volvió a dejar, una vez más, el argentino Insúa. Por ese lado llegó la combinación que metió en el área al ex del Almería para servir el centro que Mainz desvió hacia su propia portería para empatar. Era el minuto 69 y hasta ese momento, el Granada no sólo no había sufrido, sino que hasta podía haber sentenciado el partido. Liderados por un Success imperial al que sólo su bisoñez en algunos momentos le llevó a cometer fallos, los rojiblancos llegaban en oleadas a la contra. Provocó que Candeias chutara duro pero esquinado para que repeliera Sergio Rico (53') y luego cabalgó para que Iturra forzara un córner.

Pero desde el 1-1, el Granada quiso guardar el punto y dejó que los sevillanos atacaran a discreción aunque con poca pólvora. Estrada pitó el final como la sirena que marca la hora en los colegios. Otro día más en la oficina.