Tras dos años de rumores y una temporada decepcionante, el base español Ricky Rubio está más cerca que nunca de firmar finalmente por los Minnesota Timberwolves y jugar en la NBA, un paso decisivo en su carrera: ¿Un salto adelante o al vacío?

A sus 20 años, Rubio vive el momento más complicado de su trayectoria, después de una temporada en la que su juego pareció estancarse. Suficiente para que surgieran las dudas sobre sus posibilidades de triunfar en la mejor liga del mundo.

Rubio pulverizó todos los récords como jugador juvenil y su talento no pasó inadvertido para los Wolves, que lo eligieron con el número cinco en el draft de 2009.

Pero el español se negó a jugar de inmediato en un equipo perdedor -fue el peor de la última temporada regular- y en un clima tan extremo como el de Minnesota, con temperaturas bajo cero durante la mitad del año.

Decidió continuar en Europa y jugó las últimas dos temporadas en el Barcelona, un equipo puntero en el continente.

El Barcelona lo compró por seis millones de dólares al DKV Joventut, pero Rubio no respondió a las altas expectativas, especialmente en esta última temporada, aún en juego.

En el último tramo de la presente campaña, el base español quedó incluso relegado a la suplencia dada la explosión del base Víctor Sada, jugador revelación del baloncesto español.

No sólo eso, sino que Rubio tuvo que convivir con la crítica ya desde el pasado Mundial de baloncesto, en el que España terminó en una decepcionante sexta posición cuando se le daba como gran favorito a conquistar el título.

Rubio tuvo que asumir las tareas de base titular por la lesión de José Manuel Calderón, pero su rendimiento no fue satisfactorio y la prensa le señaló como uno de los responsables de la decepción española.

Los comentarios también se extendieron a Estados Unidos y en enero, el diario The New York Times publicó un duro artículo de opinión firmado por Jonathan Givony, un prestigioso ojeador y agente de jugadores, titulado: "¿Está el espléndido futuro de Rubio ya en el pasado?".

"Rara vez se puede decir que un jugador de 20 años ha alcanzado su cima, pero Ricky ha puesto muy alto el listón con su juego precoz", escribió Givony, criticando entre otras cosas el papel secundario del base en el Barcelona y en la selección.

El jugador se ha acostumbrado a vivir durante el último año con las mismas críticas: falta de dirección en el juego estático, deficiencias en el tiro exterior y problemas para defender a bases más físicos.

Sin embargo, ello no impidió que los Wolves (con David Kahn, su presidente, a la cabeza) siguieran apostando muy fuerte por un jugador de gran talento y cuyas cualidades se pueden adaptar mejor a la NBA que al baloncesto europeo por su facilidad para el pase, su capacidad para correr el contraataque y su virtuosismo con el balón.

El base de 20 años se garantiza un contrato en la NBA de 3,5 millones de dólares, más de lo que hubiera conseguido si hubiera esperado a que el sindicato y la liga acordaran una escala de salarios restrictiva para los novatos.

Aunque cabe recordar que si ambas partes no llegan a un acuerdo, podría haber un cierre patronal a partir del 1 de julio, y no se descarta la posibilidad de que entonces Rubio siguiera jugando en el Barcelona.

De consumarse finalmente su salto a la NBA, Rubio llegaría a un equipo que no puede caer más bajo de lo que ha caído esta temporada tras sumar 65 derrotas en 82 partidos.

A cambio, cuenta con un jugador imponente, el pivot Kevin Love, quien en la noche del miércoles expresó en Twitter su deseo de jugar junto a Rubio: "Me creeré el fichaje cuando lo vea".

Adémás, el equipo de Minnesota tendrá la segunda elección del draft de este año, con lo que podrá contratar a un jugador importante. Es decir, hay un futuro esperanzador dentro de una franquicia que lleva sumida en la frustración desde hace cuatro años, cuando traspasó a Kevin Garnett a los Boston Celtics.

Y en ese futuro aparece Rubio, que debe demostrar que lo de esta temporada fue un simple accidente dentro de una carrera extremadamente precoz. Su gran reto es responder a los descreídos y triunfar en la Liga de baloncesto más exigente del mundo, si es que el cierre patronal no pospone su sueño.