Análisis

roberto sojo

La simbología del fuego olímpico y su relevo

La ceremonia del encendido de la llama olímpica y su traslado desde Grecia es uno de los símbolos más reconocidos del Movimiento Olímpico moderno. En esta ocasión no fue el Barón Pierre de Coubertin, padre del olimpismo moderno, quien ideó esta tradición, sino el gran profesor alemán Carl Diem, con motivo de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

En términos históricos, esta tradición es relativamente reciente pero se ha convertido en uno de los símbolos más importantes e innovadores del movimiento olímpico.

La esencia de esta tradición es simple: conectar los Juegos Olímpicos de la Antigüedad con los Juegos Olímpicos modernos.

Por esta razón, el encendido de la llama se realiza en Olimpia, donde durante más de mil años se celebraron los Juegos de manera ininterrumpida, a cargo de la Gran Sacerdotisa, la cual le cede la llama al primer relevista, siempre de nacionalidad griega, para que comience el relevo que llevará el fuego olímpico hasta la ciudad anfitriona.

Tanto el diseño de la antorcha como el encendido del pebetero suelen ser usados como promoción de la ciudad olímpica, reservándose el último relevo a algún protagonista nacional.

Así, a lo largo de la historia, nos encontramos con momentos profundamente emotivos y con una gran carga simbólica.

Yoshinori Sakai, conocido como 'el bebé de Hiroshima', nacido en esa ciudad el mismo día que cayó la bomba atómica en la II Guerra Mundial, fue el último relevista y responsable del encendido del pebetero en los Juegos de Tokyo 1964, simbolizando así el renacimiento de un país que quería vivir en paz tras la guerra.

Otro relevista muy simbólico fue Enriqueta Basilio en México 1968. Fue primera mujer encargada de encender el pebetero en toda la historia de los Juegos, mostrando así la necesidad de una total integración de la mujer en el mundo del deporte.

Sandra Henderson y Stéphane Prefontaine, mujer y hombre, francófona y sajón, encendiendo juntos el pebetero de Montreal 1976, demostrando así el carácter integrador de Canadá.

La llama olímpica y su relevo son sin duda los elementos más significativos del Movimiento Olímpico. Su encendido porque simboliza la unión con el pasado; y su relevo, a través de todo el país, porque difunde la importancia del deporte como vehículo de promoción de valores.

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