Ahora, la sequía

De haber tenido un pacto de Estado no estaríamos viendo situaciones como las que se producen en Andalucía

Casi de manera inesperada, los efectos de la sequía se ponen de actualidad ante la necesidad de abordar planes de emergencia en nuestro país; destacan las iniciativas de Cataluña o Andalucía, aunque con un cierto descuido en la reacción que seguramente debiera haberse producido mucho antes.

Los expertos vienen trasladando desde hace mucho tiempo que entre los efectos del cambio climático, los problemas derivados de una menor pluviosidad serían estructurales y no coyunturales, lo que requiere planes estratégicos con mirada de medio y largo plazo.

Y es que es inevitable tener que abordar decisiones de diferente calado que incorporen trasvases, doten de una red de desaladoras a nuestro país, valore qué tipo de agricultura se impulsa que no necesite cantidades ingentes de agua, invierta en reparación de las redes municipales deterioradas por las que se pierde mucha agua o hagan una política educativa para un uso moderado del agua por parte de la ciudadanía, entre otras.

Esto sí que hace imprescindible un pacto de Estado; de haberlo tenido no estaríamos viendo cómo ahora se reclaman recursos para dotar de desaladoras a Andalucía mientras hace 20 años se criticaba con enorme dureza y frivolidad a la entonces ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona que impulsó la dotación de varias de esas plantas en diversas zonas.

No hay mejor forma de abordar esta catástrofe que desde un gran acuerdo de Estado que, teniendo en cuenta los planteamientos que técnicos y expertos nos trasladen, desarrollen una acción estratégica que permita asegurar la sostenibilidad de nuestro modelo económico en lo que se refiere a la disponibilidad del agua necesaria.

En clave local, lo hicimos en Granada en 1994 de manera consensuada cuando la sequía que nos afectó y que dio lugar a la suspensión del campeonato del mundo de esquí de 1995, condicionó un plan de emergencia impulsado desde Emasagra (en el que tuve el honor de participar y liderar), que generó una infraestructura que hoy nos permite resolver razonablemente este tipo de situaciones.

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