El vasallaje político de Granada desgraciadamente no es una novedad para los granadinos, por eso, que el 23-J los partidos que prometieron representar nuestros intereses en las Cortes, nos colaran diputados y senadores paracaidistas, no nos sorprendió. Y es que los granadinos tenemos gran experiencia en la imposición de paracaidistas cuneros, que desde Madrid nos colocan sin pudor ninguno –Olona, Hervías, Velarde, Hispán, Gonzalez-Robatto…–.

Pero el paradigma del paracaidista que se olvida de su circunscripción, es sin duda la cordobesa Carmen Calvo, que aterrizó como cabeza de lista del PSOE al Congreso por Granada sin rubor alguno, total, es una provincia vasalla y humillada, con representantes doblegados a los deseos de sus jefes supremos.

La exministra debía ser colocada, pero no por su Córdoba natal, sino por Granada, a la que no la une nada, hasta el punto de que es la única de entre 107 diputados socialistas que aún no ha declarado ningún viaje a su granadina circunscripción.

Nadie del grupo socialista, ni siquiera los demás diputados cuneros, se ha atrevido a lo que Calvo: cargar al Congreso los viajes a su casa de Córdoba en vez de hacerlo a Granada. La excusa de Calvo para estos viajes fuera de su granadina circunscripción es tener su “residencia habitual en Córdoba”, y, para más inri, en su declaración de bienes declara poseer otra casa más en su Cabra natal y un piso en Madrid. O sea que los viajes que declara como “desplazamientos para el desempeño de su actividad parlamentaria” son a Córdoba y no a Granada, que es la circunscripción a la que se debe.

La Resolución de la Presidencia del Congreso de 18-11-2014, indica que los diputados deben gastar responsablemente en estos menesteres porque son sufragados con dinero público, y para evitar “abusos indeseables”, pero lo más sorprendente de Calvo es lo poco que le importan Granada y los granadinos.

Sabemos que nuestra nefasta ley electoral es de listas cerradas e impuestas, no abiertas ni con representantes directos por distritos, en donde cada político se curra los votos uno a uno –como en Inglaterra–, pero lo de la cunera Calvo es antológico.

Granada siempre calla humillada y es el blanco perfecto de todos los desprecios de los políticos de turno, que mejoran a los territorios que no callan y/o chantajean, y perjudican a los sumisos, que, como Granada, comulgan con ruedas de molino sin problema.

Si queremos que Granada cuente, castiguemos el vasallaje político granadino, si no, seguiremos liderando la cola de España, de la postergación y de la humillación. Granada, como siempre, vasalla.

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