Rácana Sanidad la de la Junta

Candel consiguió doblegar la patología del poder. Creo que, al final, harán falta más 'Candeles' para callar a Candel

La primera vez que los delegados de la Junta de Sevilla, en materia de sanidad, quisieron darnos "gato por liebre" a los granadinos fue, ahora pronto se cumplirán dos años, cuando comenzaba el verano de 2016, en que se anunció -y se hizo- el traslado de pacientes de los hospitales ya veteranos al novísimo del Parque Tecnológico de la Salud -el PTS- del que se nos vendió que era el más moderno y bien dotado de Europa. El grueso de la operación se llevaría a cabo, informaban, en un fin de semana en que la Circunvalación de Granada se convertiría casi en exclusivo paso de ambulancias escoltadas por un servicio extraordinario de la Guardia Civil de Tráfico, para realizar el necesario traslado en el menor tiempo posible y con los mínimos riesgos para los trasladados. En realidad no se estaba creando un segundo distrito sanitario hospitalario, sino que, simplemente, se estaban trasladando enfermos de unos hospitales a otro, moderno y sideral, en una a modo de concentración de emergencia para luego hacer el cierre de los viejos centros sanitarios.

Pero héteme aquí que surgió de los cielos, melena de sabio loco, bata blanca y 'fonendo' en ristre, el doctor Candel, don Jesús que, como un Clark Kent cualquiera había adoptado el nombre heroico de Spiriman y al grito de guerra de "¡yeahhh!" hizo temblar los cimientos del poder establecido en los sanitarios ambientes de la sevillana y arrogante Junta: enormes manifestaciones callejeras y atrevidas -como nunca se habían hecho- declaraciones a medios y redes de comunicación en defensa de sanidad de calidad. Las simpatías, aplausos, enamoramientos, desmayos y desconocemos si peticiones de hijos no se hicieron esperar, las primeras planas de los periódicos, las baterías de informativos en radio y TV abrían con sus acciones, con sus declaraciones y con su nombre y grito de guerra: SPIRIMAN, ¡YEAHHH! Mucha presión para la Junta.

Pero, entre sus mismos colegas, no se distingue si por envidias o por caridad, han prestado un impagable (¿?) servicio a la Junta de Sevilla, poniendo dique a los avances, inhabilitando durante un tiempo al doctor Candel en el ejercicio de su profesión, porque las maneras de Spiriman han evidenciado la ineficacia del Colegio en la defensa de estos casos de interés público.

Candel consiguió una vez doblegar la patología del poder. Pero la calidad sanitaria -médica y farmacéutica- que nos da la Junta de Sevilla sigue siendo rácana y debiera dar vergüenza progresiva y exacerbada, si la hubiera, que por esos lares no se estila. Creo que, al final, harán falta más Candeles para callar a Candel. ¿O no?

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