Tribuna

Francisco j. ferraro

Del Consejo Editorial del Grupo Joly

Ciclo económico y reformas

Ciclo económico y reformas Ciclo económico y reformas

Ciclo económico y reformas

Aunque persistan secuelas de la crisis, técnicamente las economías andaluza y española iniciaron la recuperación desde final del año 2013, y los informes del segundo trimestre coinciden en su intensificación. La economía española alcanzó un crecimiento del PIB del 0,9% intertrimestral, lo que le puede llevar a un acumulado anual del 3,2%, cifra notable en relación con su entorno, mientras que la economía andaluza ha acelerado la recuperación en el segundo trimestre, pudiendo alcanzar un crecimiento del PIB en el conjunto del año del 2,9%, algo inferior a la media española, pero el más elevado de la región en los últimos diez años.

Por tanto, vuelve a resurgir cierto optimismo como pronostican los indicadores de confianza. No obstante, como la historia muestra reiteradamente, la evolución de la economía es cíclica, por lo que a cada etapa de expansión le sucede otra de recesión, dependiendo su intensidad y duración, además de los factores externos que puedan provocarla, de los equilibrios económicos básicos de cada economía, de la dotación y calidad de sus factores productivos y de su especialización productiva.

No existen indicios de que una crisis esté acechando, pero algunos indicadores económicos adelantados para el tercer trimestre muestran que la economía española ha perdido tracción, como la caída de la inversión productiva y la producción industrial, o la desaceleración de las afiliaciones a la Seguridad Social y las exportaciones. Además, los "vientos de cola" que impulsaron la recuperación (bajos precios del petróleo y euro barato) han cesado o dejan de ser relevantes. A los factores estrictamente económicos hay que sumar la posible incidencia del proceso separatista en Cataluña, que ya está provocando un freno a las inversiones empresariales y la relocalización de algunas empresas, pero que si continúa puede afectar al crecimiento de la economía española y, más gravemente, al de Cataluña. En Andalucía también se observan en el tercer trimestre algunos signos de desaceleración del crecimiento provocado por los mismos factores que en España. En particular, se observa una ligera desaceleración del consumo privado, principal componente de la demanda regional, lo que puede venir explicado por el menor aumento del empleo y por el estancamiento de los salarios y la recuperación de la inflación, lo que determina una disminución de la capacidad adquisitiva de los asalariados. Además, la aportación del sector exterior al crecimiento muestra una tendencia a minorarse por la reducción de las altas tasas de crecimiento de las exportaciones de los trimestres anteriores, mientras que las importaciones aumentan sostenidamente.

Estos factores apuntan a que hemos tocado techo en las tasas de crecimiento, pudiendo producirse una ligera desaceleración en los próximos trimestres, una previsión en la que vienen a coincidir los 17 servicios de análisis que participan en el Panel de Previsiones de la economía española de Funcas. Un escenario que no es preocupante porque el crecimiento seguirá siendo robusto (en torno al 2,7% para España en 2018), pero que invita a reflexionar si estamos abordando en esta fase de recuperación las reformas necesarias para mejorar la resiliencia económica ante futuros cambios en el ciclo, pues las posibilidades de ajustes y reformas son más factibles en etapas de expansión, cuando la dinámica económica permite reducir la deuda y abordar inversiones.

En España hemos comprobado en los últimos años los positivos resultados de las reformas, como la laboral que, aunque incompleta, ha favorecido la recuperación del empleo y la competitividad, pero, con los problemas políticos en primer plano, el gobierno de la nación ha perdido la tensión reformista. En Andalucía esa tensión reformista es escasa tradicionalmente, pero su necesidad es más necesaria para evitar que una eventual crisis nos vuelva a golpear brutalmente como en 2008. No vamos a reiterar la necesidad de revisar en profundidad la política de fomento económico, pero si llamar la atención de la necesidad de colaborar en la emergencia un nuevo modelo productivo basado en actividades intensivas en conocimiento. Un reto fundamentalmente empresarial, pero en el que la Junta de Andalucía puede colaborar de una forma poco gravosa para su presupuesto: dejando de incentivar actividades de bajo valor añadido, bajo grado de innovación y basadas en trabajo poco cualificado que, como se comprueba reiteradamente, pueden aumentar empleo a corto plazo, pero son de carácter temporal, frágiles a la competencia internacional y a los cambios de la demanda.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios