El sanchismo calla y abriga, no al rey que la Constitución protege, sino al revolucionario que intenta sembrar con la discordia real.

Ella no se hizo de rogar para desempolvar las necesidades con las que el PSOE amagaba, pero no le daba a Granada.

Somos muchos los españoles que nos negamos a jugar a lo que proponen Pedro y Pablo.

Con lo ágil y populista que estuvo Sánchez para permitir atracar al Aquarius y hoy no es capaz de ir a Arguineguín.

Ha impuesto el sentido ideológico unitario sin dar oportunidad a la sana y necesaria discrepancia.

El 'sanchismo' es una amenaza, un constante imperio del monólogo presidencial y del marketing 'pedrista'.

Han votado a favor y sin sonrojo, de ser declarados inservibles para los próximos seis meses.

Para poner coto a la orientación ideológica extrema, Pablo Casado hizo su trabajo el pasado jueves.

Este Gobierno, madurando, madurando, penaliza a quienes divergen de su pensamiento.

A la palabra democracia no se le pueden poner limitaciones entre el verbo y los hechos de su autoridad.