Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Cadencia de las horas

En la Alhambra entiendes el hechizo que sedujo a Fortuny, que quedó enamorado de aquellos rincones

A los que nos gustan las intensidades, las emociones fuertes, asumir riesgos y vencerlos eso de los tiempos de paz siempre nos suenan al famoso reloj de cuco de los suizos en contraposición al conflictivo renacimiento con sus genialidades.

Pero pasó el tiempo de la cantidad y le vas encontrando el gusto a la hondura y la quietud donde se remansa la emoción y afloran los enigmas que están detrás de tanta avidez de acción desesperada. Dejas de correr para empezar a andar y te fijas en los cambios de las tonalidades de los árboles más que en las cifras de masa arbórea que, bien mirado, siempre te dio igual.

Instalado en ese tempo sensitivo de paseo por la Alhambra, descubrí con unas amigas una ardilla que desde un árbol hacía cabriolas inquieta y juguetona. Se paraba a mirarnos, subía, se escondía. Hasta parecía posar para la foto ella, tan presumida. Ella vive, pensé, en ese tiempo, un tiempo de Alhambra tal vez que te hace mirar con detenimiento cada sombra, los infinitos matices del verde que puebla irisado los bosques. A veces querríamos ser árbol allí, mochuelo, halcón o ardilla. Porque allí deduces, entiendes, comprendes el hechizo que sedujo a, por ejemplo, Fortuny que vino enamorado y recién casado y enamorado se quedó de aquellos rincones, prisionero entre esos matices que tanto bueno dieron para la historia de la pintura.

El calado del tiempo es el espacio a descubrir. Esa dimensión que se abre paso poco a poco y que permite degustar aquella cadencia implacable de las horas que ahora danzan como de puntillas cuando el sol se apaga sobre la colina.

Tomas una mano, besas unos labios y compruebas que era posible ralentizar el pensamiento. Tanto arte y esfuerzo se vuelven algo simple y tan al alcance. La observas un rato y querrías que todos los relojes se detuvieran para que ese instante tomara el espacio inmenso de la existencia misma. Respiras y dejas que las respuestas lleguen solas.

Sí. Se anuncia ya la primavera. En el alma y en los brotes del Ginkgo biloba del jardín de la Facultad de Derecho. Aún solo es un anuncio pero persevera. Habrá que ir juntos a comprobar cómo estalla el paso de las horas. O tan sólo ir juntos, a cualquier sitio, a cualquier hora.

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