Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Ciudadanos, punto y aparte

Los líderes de la nueva derecha se han acostumbrado a cambiar a la hora de la cerveza el discurso que mantuvieron durante el desayuno

En la explanada del Palacio de Congresos, ante unos mil simpatizantes y con el viento en popa que los acerca a pasos de gigante al Partido Popular, el secretario general de Ciudadanos declaró el domingo: "Los que han estado viviendo de la corrupción, los dedazos y los chiringuitos no van a ser quienes cambien las cosas". Dijo más el número dos de Albert Rivera en clara alusión al PSOE: "Ciudadanos va a ser el punto y aparte de la corrupción en Andalucía". ¡Vale! Pero ese convencimiento no impidió que fuera el punto y seguido de Susana Díaz. La formación naranja sostuvo a la presidenta de la Junta hasta cinco minutos antes de que ella decidiera adelantar las elecciones en beneficio propio y de su partido. Y obstaculizó lo que pudo el éxito de la moción de censura a Rajoy pese a la evidencia de que el partido que lideraba estaba infectado de gravedad. Lo hizo porque prefería mantener a un PP agonizante en el Gobierno antes que a un PSOE resucitado en su lugar. El interés propio se antepuso al del Estado que ha defendido con mano de hierro frente a los independentistas catalanes y que le granjeó la simpatía de miles de nacionalistas españoles en el resto del territorio.

Ciudadanos ha apuntalado el bipartidismo durante largo tiempo. Respaldó al PSOE en el Sur y al PP en Madrid repitiendo hasta la saciedad el mantra de que lo hacía para garantizar la estabilidad del país. Ahora la consigna es otra: los dos grandes partidos encarnan la degradación política y Ciudadanos es el martillo que viene a golpearlos y destruirlos. Los líderes de la nueva derecha se han acostumbrado a cambiar a la hora de la cerveza el discurso que mantuvieron durante el desayuno y a pagar por sus errores y contradicciones el menor peaje mediático de todos los partidos que conforman el espectro político. En vísperas electorales vuelven a erigirse en los campeones de la regeneración al grito de "¡Vistos los cojones, macho!". Pero nada garantiza que mañana, pasado, o al día siguiente de los comicios, sorprendan con otro ejercicio de funambulismo y pacten, si les conviene, con quienes apoyaron hasta apenas anteayer. ¡Pura incertidumbre! Más peligroso es que Pablo Casado cumpla su amenaza y se nos presente a pedir el voto en la puerta de casa, aunque sea sin los espías con micrófono o contables a dos manos a los que encargaba tareas o despedía en diferido María Dolores de Cospedal, la madrina de Genova 13.

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