Estamos ya en plena campaña electoral para las elecciones del próximo día 23 de julio aunque desde el día en que fueron convocadas todo ha sido campaña. Esta es una de las convocatorias más importantes de la historia reciente de España ya que se va a elegir a un Gobierno de entre dos alternativas muy diferentes.

Una de las enseñanzas que nos ofrece el actual panorama se refiere a la enorme capacidad de la derecha para obviar del debate los temas importantes (la economía, la sostenibilidad de las pensiones, las reformas que se necesitan para asegurar una sanidad pública de calidad, las políticas de becas o el impulso de un sistema de atención a la dependencia de calidad y sostenible, por ejemplo), para martillear sobre Bildu, el uso del Falcon, la maldad de Pedro Sánchez o su obsesión por el poder a toda costa.

Estamos viendo cómo varios periodistas estrella se deslizan a posiciones en las que protagonizan y debaten desde puntos de vista sectarios que van más allá del propio Partido Popular, al que marcan el ritmo, e incluso, hacen que Feijóo y su equipo asuman sus argumentarios matinales, generados tras días y días de constante insistencia radiofónica y televisiva. Confunden tanto su rol de periodistas hacia el activismo político, que cuesta saber si fue antes el huevo o la gallina (quien inventó qué, quién influyó en quien).

Mientras tanto, en una coyuntura de enorme trascendencia para la sociedad en la que estamos ante una nueva revolución industrial (digitalización e inteligencia artificial mediante), ante el desafío de la amenaza global por el cambio climático, ante el nacimiento de un nuevo orden mundial (ojo al papel de China) o ante el desafío del envejecimiento que pone en cuestión las bases del Estado de Bienestar en Europa, Feijóo aspira a gobernar sin aclarar ni concretar sus propuestas sobre estos y otros asuntos.

Y es que estamos viendo que la democracia y las campañas electorales ya no son lo que eran: análisis y debate sobre las propuestas en relación a los temas candentes para que la ciudadanía pudiera tener más claves sobre la realidad y suficiente información sobre lo que implica su voto. Por el contrario, todo es marketing y propaganda. Y es en este contexto en el que el PSOE tiene que esforzarse en hacer pedagogía y explicar bien lo bien hecho (que es mucho) y lo que hay que hacer aún (que también es mucho).