Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

¡Pechos fuera!

Nunca, en la serie ‘Mazinger Z’ Afrodita A, la novia del robot, gritó: “¡Pechos fuera!”, ahora no se ha oído pero se ha visto

A propósito de los “pechos fuera” de la cantante Eva Amaral en concierto, se está hablando mucho del pecho de los albañiles y del derecho de las mujeres a exhibir los suyos, como hacen ellos, y a desprenderse, si les place, de alguna prenda de ropa. Quizá se elija a los albañiles por considerarlos hombres de rocosa masculinidad. Como ya hay mujeres que trabajan de albañil –y de guardias civiles–, probemos a ponerlas en una obra, sin camisa, junto a sus compañeros, y observemos, in situ, las reacciones de los sujetos de experimentación. Veréis cómo los hombres, en su inmensa mayoría, mirarán a sus compañeras desnudas, perplejos y arrebatados, como si asistieran al Big Bang en primera fila de la formación del universo, y es muy posible que a las chicas, si os fijáis, los fornidos torsos de sus camaradas les produzcan risas y cachondeo, sin que por eso dejen de saber, sin haber estudiado a Praxíteles, quién o quiénes tienen el pecho más escultural, mejor cincelado, y con cuántos de ellos les gustaría interactuar gozosamente. En primer lugar, propongo, vamos a conseguir que alarifes y ‘alarifas’ tengan el mismo sueldo, por el mismo trabajo, y la misma consideración y respeto en las obras y, luego, tratemos de la relación histórica del cuerpo humano con la ropa. Este bloguero, y miles de millones de hombres, les aseguro, dejaremos de mirar el pecho de las mujeres como algo venido del portento, en cuanto las mujeres nos lo exijan tras ganar un referéndum universal, controlado por la ONU. Amaral, y las que utilizan sus pechos como armas, a lo Afrodita A, la novia del robot macho de la serie manga Mazinger Z (1978), banalizan, y fingen desconocer, la Ley de Atracción Universal que rige la logística de la aproximación entre seres humanos, y que tan bien definió Dante: “Amor que mueve el sol y las estrellas”. A los rancios ultraderechistas, amigos de ‘invisibilizar’ a las mujeres que consideran de su propiedad y de desnudar a todas las demás, les hacen un favor mostrándoles lo que quieren ver. Pero alertarán al algoritmo del Facebook y molestarán a hombres y mujeres que, aun estando por la igualdad, consideran una indeseable mímesis machista la pretensión de equiparar frívolamente los efectos que la mostración pública de cuerpos masculinos y femeninos desnudos produce, por ahora, en la sociedad.

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