Estamos atravesando un periodo de nuestra historia que se caracteriza por su complejidad y por los desafíos que están poniendo en juego muchas de las certezas con las que se afrontaba la vida social y la vida política.

La crisis económica de 2010 y sus consecuencias en términos de desempleo, recortes presupuestarios y austeridad; la pandemia causada por la ?Covid-19 y sus consecuencias en términos de mortalidad, número de enfermos y afectación a la economía por otra parte; y la guerra causada en Ucrania por la invasión rusa a la que se une el conflicto entre Israel y Hamás en Gaza, ofrecen un panorama muy complejo y poco optimista.

En este contexto creo que la sociedad encuentra motivos para la desesperanza y el pesimismo porque, además de sus efectos en la vida cotidiana por la afectación de la economía y el impacto de la inflación, pone en riesgo las certezas sobre el futuro que tan importantes son para dar seguridad tanto a las expectativas personales como a las colectivas.

Se impone así un escenario que no invita a sentir seguridad y hace dudar a la sociedad sobre el futuro, favoreciendo un descrédito sobre quienes lideran nuestras instituciones a todos los niveles; esto es algo muy preocupante cuando (además) en esta situación se hace más necesario que nunca disponer de liderazgos sólidos, visionarios y con respaldo y credibilidad social.

Es por eso que conviene apelar a la capacidad y la inteligencia que anida en la sociedad para que tanto las personas como las organizaciones se afanen en contribuir a ofrecer análisis y propuestas que permitan arrojar algo de luz y escenarios y caminos que aporten certidumbre y optimismo a la sociedad.

Bien importante es el papel que deben jugar los medios de comunicación y la profesión periodística y que lamentablemente (salvo honrosas excepciones) no lo están jugando. Además de más rigor y pluralidad, quizás convendría pedir a muchos periodistas que participan casi como profesionales de la tertulia, que dejen buena parte de ese espacio a los expertos que hay en la sociedad.

Y es que en cada uno de los asuntos en los que se centran sus tertulias y sus opiniones (casi siempre), parecen marionetas movidas por hilos menos invisibles de lo que creen. Estos tiempos complejos requieren otra dinámica por parte de todos.